jueves, 10 de noviembre de 2011

Los desafíos de la lucha estudiantil de este y del otro lado de la cordillera

Por Cinthia Wanschelbaum y Axel Horn*. Desde el mes de abril que desde el otro lado de la cordillera oímos, vemos y sentimos el rugir de estudiantes, profesores y trabajadores chilenos.

Masivamente, vienen parando y movilizándose en reclamo por la transformación de la educación (superior) caracterizada, en términos generales, por el lucro. Que la educación sea un derecho – y no un servicio –, y que sea pública, gratuita y de calidad es la principal consigna de lucha.


Las características actuales de la educación superior en Chile no surgen en un vacío histórico. Tienen una larga historia inaugurada con los cambios producidos por la dictadura que, al mismo tiempo, no pueden interpretarse al margen del contexto de crisis estructural del sistema capitalista mundial durante aquellos años. A comienzos de la década del 1970, el capitalismo sufrió una profunda crisis que significó la instalación en América Latina de un modelo de acumulación caracterizado por la ofensiva del capital, de la iniciativa privada y de las leyes del mercado. Esta nueva configuración mundial y regional tuvo sus efectos en las relaciones económicas, políticas, culturales, ideológicas y educativas de Nuestra América.

La educación no fue ajena a los cambios neoliberales introducidos. Dictadura mediante, se produjo un proceso de mercantilización de la educación cuyas características en Chile fueron, entre otras: la privatización de la enseñanza para reducir el gasto público, una de las condiciones impuestas por los organismos internacionales para otorgar el financiamiento que requerían los cambios estructurales; la priorización de la libertad de enseñanza sobre el derecho a la educación; la descentralización del sistema educativo; y por último, una característica particular y principal de la situación chilena, la transformación del sistema de financiamiento de la educación sustentado en el subsidio a la demanda y la sesión por parte del Estado de un gran número de escuelas al sector privado. En el caso específico de la educación superior, se destaca la sanción de la Ley General de Universidades que promovió la profesionalización de la formación y una fuerte intervención del Estado genocida en las universidades.

En la década de los 1990, se continúo y profundizó el proceso de mercantilización de la educación con la implementación de políticas focalizadas y reformas curriculares acordes a los lineamientos neoliberales, junto con la sanción de una fundamental normativa: la Ley de Financiamiento Compartido. La aprobación de esta ley implicó la responsabilización de los padres en el sostenimiento económico de la educación de sus hijos, con la consecuente profundización de la fragmentación y polarización educativa.

Y en los últimos diez años, en continuidad con lo anterior, se elaboraron leyes destinadas a estandarizar cánones de calidad a partir de resultados en pruebas de medición y a profundizar la desresponsabilización del Estado en el financiamiento de la educación superior, cuyo acceso queda supeditado a la obtención por parte de los estudiantes de becas particulares y créditos bancarios, lo que produce que unos pocos privilegiados accedan a los estudios superiores porque los pueden pagar, y una gran mayoría que hipoteca sus vidas por acceder al (supuesto) mismo derecho.

Frente a esta situación, el pueblo chileno pisó las calles nuevamente. Cientos de miles por todo Chile, marchan demandando que se reforme el sistema de acceso, que se aumente el gasto público y que se democratice el sistema de educación superior, demandas que también se articulan con consignas que transcienden lo estrictamente educativo para cuestionar al proyecto gubernamental en su conjunto. El rugir de los estudiantes, no solo pone en cuestión el modelo educativo sino al conjunto del proyecto neoliberal que ve en la salud, la vivienda y en la educación bienes de consumo (y no derechos humanos).

Este momento de ebullición popular duramente reprimida por el gobierno del empresario y defensor de Pinochet, Sebastián Piñera, también tiene su historia. La movilización y resistencia social actual, recoge la experiencia histórica de los diferentes movimientos que preceden al presente conflicto; es producto de la histórica acumulación de luchas y conflictos sociales, particularmente de los últimos veinte años. Es decir, no surgió espontáneamente de un día para el otro, sino que expresa la crisis y el agotamiento del “mejor alumno” del modelo neoliberal y la fuerte crítica a una “democracia” asentada en la defensa y continuidad de orientaciones económicas, políticas y sociales instauradas años atrás a fuerza de muertes de allendes, jaras y violetas.

El antecedente más cercano a la manifestación popular actual fue la denominada “revolución pingüina”. Intensa movilización de estudiantes secundarios sucedida en el año 2006 durante el gobierno de Michelle Bachelet, también cuestionó al modelo educativo vigente en el país, y tuvo como consecuencia el reemplazo de la ley de educación de la dictadura por una Ley General de Educación. Sin embargo, la LGE no significó ninguna modificación en los fundamentos privatizadores de la educación chilena, ni una ruptura con la mercantilización de la educación.

Lo que sucede en nuestro país vecino, no se encuentra lejos de lo que ocurrió en Argentina en la década del 1990, cuando se implementó el decálogo menemista en educación, que sancionó, en 1995, la Ley de Educación Superior. Fuertemente resistida por el movimiento popular, la LES fue la expresión normativa del proyecto neoliberal en educación que, al igual que en Chile, la concibe como un servicio. Esta Ley es la que aún hoy en el año 2011 sigue legislando la educación superior en Argentina.

Además de continuar y persistir a nivel nacional enfoques educativos neoliberales, es en la Ciudad de Buenos Aires donde mejor y más claramente se expresan sus principios y políticas con el proyecto educativo de Macri. El gobierno macrista impulsa actualmente distintas políticas como las evaluaciones estandarizadas y la modificación del estatuto (mediante el cambio en el modo de las elecciones de las Juntas de Clasificación), que son parte de un proyecto educativo “a la chilena” tendiente a destruir la educación pública en la Ciudad. Pero, como clama el canto popular, la educación pública en Argentina, no se vende, se defiende. La educación pública argentina no se vendió e históricamente el movimiento popular la defendió, luchando por las libertades que faltan, que son los dolores que quedan, tal y como nuestros hermanos trasandinos lo están haciendo tras la cordillera.

*Del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación UBA

El estudiante: El ejemplo universal



Por Pedro Perucca. Roque Espinoza es, como el protagonista de la canción de Los Twist, cortés y muy galante, educado por demás, pero (y este es el eje de la ópera prima de Santiago Mitre) en su escala de valores lo primero no es estudiar sino militar, hacer política.

Cuando Roque Espinoza llega a Buenos Aires para cursar, por tercera vez, una carrera universitaria viste campera de cuero y cree que “todos los políticos son lo mismo”. A poco de atravesar las puertas de Marcelo T. de Alvear 2230 se calza el pullover peruano y comienza a pasar por los cursos en nombre de la ficcional agrupación Brecha, vagos herederos de Franja Morada, por lo que puede intuirse, ya que no se comete la torpeza de ahondar en la sopa de letras agrupacional de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

Sociales, filmada en un registro casi documental, presta el escenario ideal para una historia de crecimiento, de amor, de ambiciones y, sobre todo, de política. Y es un gran escenario. Viendo la película no se puede comprender cómo realmente hay gente que logra estudiar allí. La superposición de afiches, pintadas y discursos parece desembocar en una suma cero informativa que, sin embargo, logra fascinar a primera vista haciendo que la política se respire en el aire. En el marco de ese barroquismo izquierdista, Roque va a ir pagando en inocencia lo que gana en experiencia militante y, gracias a su atractivo provinciano y a su desfachatez política, va a ir escalando rápidamente en la jerarquía universitaria, apadrinado por un titular de cátedra que lo ficha y lo recluta para su campaña por la rectoría de la UBA.

Pero el particular camino del antihéroe que transita Roque es circular, crece pero vuelve al escepticismo político. Parte de una discusión de café universitario sobre Rousseau que anticipa que “a la voluntad general se la puede engañar” y concluye en el mismo sitio, luego de una aventura por la militancia que parece clausurarse con el pretendidamente ético monosílabo final que lo salva de ser corrompido por la maquinaria del poder.

A priori una película nacional sobre la política universitaria suena como algo inmirable, una especie de La noche de los lápices del siglo XXI. Pero, afortunadamente, no lo es. El estudiante es una gran película y sus más de dos horas se sostienen cómodamente en una trama inteligente, en aspectos técnicos impecables y en algunas actuaciones inusualmente creíbles.

Una de las críticas que le cabe a la opera prima de Mitre es que la política de la obra se construye más espejándola en la arena nacional que en los reales protagonistas de la lucha universitaria. Así, las discusiones principales son entre peronistas y radicales (cuando en la UBA dejó de ser así hace un buen rato) y la izquierda queda siempre fuera de juego. Cae de maduro que desde una mirada tal, externa y un tanto superficial, no pueden pretenderse matices en la pintura de la izquierda universitaria. Al director le basta con mostrar que hay algo más radical que la socialdemocracia posibilista en la que elige inscribir a su héroe. Pero la izquierda “realmente existente” en la película oscila entre el comparsa ridículo que recita a un Marx de manual de secundaria y el idiota útil que, pensando en términos utópicos, acaba siendo funcional a los políticos “realistas”. Lugares comunes que no por reiterados dejan de ser molestos.

Está bien, se podría defenestrar a Mitre por eso. Basta con pegarse una vuelta por algún foro de Sociales o de Filo de la UBA para ver cómo el film es sometido a una implacable crítica de la crítica crítica. Pero la defenestración estaría mucho más justificada si se hubiera presentado a El estudiante como un retrato del mundo de la izquierda universitaria, cosa que jamás se pretendió. El momento de máximo acercamiento entre Roque Espinoza y la izquierda se da simplemente cuando acaba a los empujones con un militante de PO. Roque reitera su “yo no dije revolucionario” y sabe que lo que quiere es hacer política “realista”. Luego una inteligente voz en off nos da más datos acerca sus verdaderos anhelos: “Roque se esfuerza por seguir cursando pero se da cuenta de que su interés está afuera del aula. Su verdadero trabajo está en el manejo de la gente, en las tácticas y estrategias, en hacerse de amigos, en dar órdenes, es decir, en la política”.

Probablemente aquí esté uno de los núcleos de la polémica que sigue rodeando a la película. Para Mitre su estudiante es el ejemplo universal de lo que propone la política. Entonces, claro, la política es basura y no puede ser otra cosa. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Para hacer política hay que ensuciarse las manos. Etcétera. Lo cual podría no estar mal a condición de aclarar: donde dice “política”, léase “política burguesa”.

Pero reprocharle a Mitre haber elegido hablar única y exclusivamente de este tipo de política es inconducente. Es como criticar a Cóppola por no haber filmado El Padrino en el espacio y por no haberle puesto a su personaje principal Darth Vader en vez de Vito Corleone. Quien plantea esa crítica claramente quiere ver otra película. Que también puede estar muy bien, pero que no tiene nada que ver con la que quiso filmar el director. A Mitre se le podrán criticar los limitados cristales con los que ve el mundo político, pero no se puede decir que lo que muestra no sea cierto o no pueda serlo. La política burguesa es, quien puede negarlo, basura. Es rosca, es transa, es mentira, es manipulación. Es vender el alma al diablo e incluso a veces regalarla. No necesariamente el microcosmos elegido es exacto, pero lo cierto es que le sobra verosimilitud.

Los únicos ripios de El estudiante aparecen, paradójicamente, cuando la película se pone estudiosa, académica. Claro que no es sencillo presentar “naturalmente” una discusión sobre los contractualistas o un debate de cursada entre un militante trotskista tradicional (estereotipado y caricaturesco, aunque la diferencia tal vez sólo pueda ser percibida por alguien del palo) y una joven posmoderna. De todos modos, desde 9 reinas que no se escuchaba a tanta gente hablar tan naturalmente en argentino. Y se agradece.

Película paradigmática de un nuevo cine nacional que no le teme al debate político, multipremiada internacionalmente y gran ganadora del último BAFICI, El estudiante logró superar los conflictos derivados de ser una producción que no contó con financiamiento del Instituto de Cine y este último jueves fue estrenada comercialmente (en apenas dos salas, una en Buenos Aires y otra en La Plata), luego de un limitado recorrido previo por cinematecas.

Informativo Latinoamericano Púlsar 09/11/2011

Finaliza Cumbre de la CAN con llamado a fortalecer el bloque regional. CIDH admite denuncia de mujeres mexicanas por tortura sexual en Atenco. Estudiantes chilenos acercan sus posiciones al Congreso.



Avanza el proyecto del PRO, los docentes convocan al paro

El macrismo logró obtener un dictamen de mayoría para el proyecto de ley que elimina las juntas de clasificación docente en la Ciudad de Buenos Aires. Los tres proyectos presentados fueron debatidos y deberán ser tratados el 17 de noviembre en el recinto. Los gremios anuncian nuevas medidas de fuerza y se mantienen en estado de alerta y movilización.



Tras casi cuatro horas de debate, la presidenta de la Comisión de Educación, Ciencia y Tecnología Victoria Morales Gorleri, del PRO, dio por finalizada la discusión. Se habían debatido tres propuestas: La modificación del Estatuto del Docente con la derogación de las Juntas -elaborada y presentada por el ministro de educación porteño, Esteban Bullrich-, un despacho del legislador Sergio Abrevaya, de la Coalición Civica, que contempla cambios al texto original presentado por el PRO y una tercera que pide que el proyecto sea archivado.

La iniciativa presentada por el macrismo apunta a eliminar las 14 Juntas actuales, cuyos miembros son elegidos por los docentes en votación cada dos años, para crear una "oficina única" que se encargue de los nombramientos de cargos en las escuelas públicas. Este proyecto obtuvo dictamen de mayoría, por los votos de la presidente de la comisión, Morales Gorleri, y de los diputados del PRO Karina Spalla, Alejandro García, Diana Martínez Barrios, Carolina Stanley, Enzo Pagani y Oscar Zago.

El archivo del expediente fue respaldado por Francisco "Tito" Nenna (Encuentro Popular para la Victoria) y las legisladoras Laura García Tuñón y María América Gonzales (Proyecto Sur), Delia Bisutti (Solidaridad e Igualdad), María Elena Naddeo (Frente Progresista y Popular), así como por Claudio Palmeyro, del Partido Justicialista.

El proyecto presentado por el diputado Sergio Abrevaya obtuvo tres votos. El radical Claudio Presman se abstuvo y estuvieron ausentes los legisladores de Encuentro Porteño Diego Kravetz y Raúl Fernández y el diputado Daniel Amoroso (Unión Federal).

Durante el debate, a “puertas cerradas” rodeado por un fuerte operativo se seguridad, los docentes -que cumplían con un paro de 24 horas con el 95% de adhesión- aguardaban afuera de la Legislatura. En un momento de tensión, tiraron uno de los vallados y exigieron participar del debate. Inmediatamente, el personal de seguridad de la Legislatura desplegó al menos dos mangueras para incendios para utilizarlas en el caso de que los manifestantes insistieran en acceder al recinto.

Los maestros lograron detener el debate el pasado viernes, cuando también realizaron un paro por 24 horas reclamando que se retiren los proyectos de eliminación de las Juntas de Clasificación y planteando que se establezca una mesa de discusión conjunta entre los gremios docentes y el gobierno porteño.

El ministro de Educación de la ciudad, Esteban Bullrich, anunció que se descontarán los días no trabajados por considerar “inexplicable” la medida de protesta y aseguró que el receso escolar comenzará una semana más tarde, para compensar los días de clase.

Algunos de los gremios de los docentes porteños llamaron a un nuevo paro para cuando se debata el proyecto y se evalúa la posibilidad de instalar una carpa frente a la Legislatura. También anunciaron que mantienen el estado de alerta y movilización en defensa del estatuto docente y en reclamo de una mesa de diálogo.