jueves, 6 de septiembre de 2012

El crimen educativo, por Andrés Sarlengo



“…el único modo correcto de pensar, desde el punto de vista de la dominación, es evitar que las masas piensen…”[i]



El crimen educativo nos habla, en lenguaje periodístico, sobre como las escuelas del bicentenario no les enseñan a nuestros pibes a escucharse y pronunciarse, o sea, a tomar su palabra, sino todo lo contrario, a escuchar a quien lo domina o hablar en su idioma.
A nuestros pibes se los prepara para consumir, se los educa para leer avisos publicitarios que las grandes agencias de publicidad –las reales escuelas del capitalismo, productoras de valores y prácticas sociales afines- producen para ellos. De esta manera, nuestras escuelas forman consumidores, no ciudadanos.
En el mismo vislumbramos como nuestro sistema educativo está al servicio de la plutocracia –sistema de gobierno donde los que gobiernan son aquellos con muchísimo poder económico, político y social-, muy lejos de dar respuesta a las problemáticas cotidianas y estratégicas que la sociedad padece ¿Por qué no construir una educación comprometida con su pueblo? ¿Por qué no pensar una educación nacional, que atienda y defienda los intereses de la nación, y popular, que bregue por los intereses de las clases más desfavorecidas?
El autor, por medio de diversos informes, nos introduce en el mundo de las políticas educativas llevadas en estos últimos años y en las vinculaciones de sus hacedores con el mundo empresarial, el capital financiero transnacional, cuyo poder en el campo educativo, se estableció a través de préstamos y programas, producidos y ofrecidos por los países centrales, vía organismos internacionales de crédito –Banco Mundial, Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento-. Planes otorgados, bajo el silencio y complicidad de nuestros gobiernos y sindicatos, con el fin de perpetuar la dominación –imperialismo cultural- de aquellos sobre nuestro continente, acrecentando, paralelamente, nuestras deudas (dependencia) externas. Es así como se establece en el continente latinoamericano, y principalmente en nuestro país, el nuevo orden educativo: la mercantilización de la educación.
En un país donde los índices de analfabetismo y deserción escolar son vergonzosos, la única respuesta de los últimos gobiernos fue desarrollar un complejo educativo al servicio de la plutocracia, un sistema educativo orientado al desarrollo y sostenimiento del orden mundial: la globalización.
La bandera que se sigue flameando es: una nueva educación para el mundo de la gran empresa, para el mundo del capitalismo global. Y todo esto se hace carne a través de la vigencia de la LES menemista –neoliberal- en nuestras instituciones educativas. Es ella la que sigue promoviendo y presionando, por medio de sus instituciones y programas –Comisión Nacional para la Evaluación y Acreditación Universitaria (CONAEU), Fondo para el Mejoramiento de la Calidad (FOMEC), Red de Interconexión Universitaria (RIU), Sistema de Información Universitaria (SIU)-, la privatización de la educación. Es hora de despertarnos y este libro aporta muchísimo al respecto.
Sebastián Leguizamo Graña


[i] Freire, P. Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores. 1997.