“…el
único modo correcto de pensar, desde el punto de vista de la dominación, es
evitar que las masas piensen…”[i]
El crimen educativo nos habla, en lenguaje periodístico, sobre como las escuelas del bicentenario no les enseñan a nuestros pibes a escucharse y pronunciarse, o sea, a tomar su palabra, sino todo lo contrario, a escuchar a quien lo domina o hablar en su idioma.
A nuestros pibes se los prepara para consumir, se los educa para
leer avisos publicitarios que las grandes agencias de publicidad –las reales
escuelas del capitalismo, productoras de valores y prácticas sociales afines-
producen para ellos. De esta manera, nuestras escuelas forman consumidores, no
ciudadanos.
En el mismo vislumbramos como nuestro sistema educativo está al
servicio de la plutocracia –sistema de gobierno donde los que gobiernan son
aquellos con muchísimo poder económico, político y social-, muy lejos de dar
respuesta a las problemáticas cotidianas y estratégicas que la sociedad padece
¿Por qué no construir una educación comprometida con su pueblo? ¿Por qué no
pensar una educación nacional, que atienda y defienda los intereses de la
nación, y popular, que bregue por los intereses de las clases más
desfavorecidas?
El autor, por medio de diversos informes, nos introduce en el
mundo de las políticas educativas llevadas en estos últimos años y en las
vinculaciones de sus hacedores con el mundo empresarial, el capital financiero
transnacional, cuyo poder en el campo educativo, se estableció a través de
préstamos y programas, producidos y ofrecidos por los países centrales, vía
organismos internacionales de crédito –Banco Mundial, Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento-. Planes otorgados, bajo el silencio y complicidad de
nuestros gobiernos y sindicatos, con el fin de perpetuar la dominación
–imperialismo cultural- de aquellos sobre nuestro continente, acrecentando,
paralelamente, nuestras deudas (dependencia) externas. Es así como se establece
en el continente latinoamericano, y principalmente en nuestro país, el nuevo
orden educativo: la mercantilización de la educación.
En un país donde los índices de analfabetismo y deserción escolar
son vergonzosos, la única respuesta de los últimos gobiernos fue desarrollar un
complejo educativo al servicio de la plutocracia, un sistema educativo
orientado al desarrollo y sostenimiento del orden mundial: la globalización.
La bandera que se sigue flameando es: una nueva educación para el
mundo de la gran empresa, para el mundo del capitalismo global. Y todo esto se
hace carne a través de la vigencia de la LES menemista –neoliberal- en nuestras
instituciones educativas. Es ella la que sigue promoviendo y presionando, por
medio de sus instituciones y programas –Comisión Nacional para la Evaluación y Acreditación
Universitaria (CONAEU), Fondo para el Mejoramiento de la Calidad (FOMEC), Red
de Interconexión Universitaria (RIU), Sistema de Información Universitaria
(SIU)-, la privatización de la educación. Es hora de despertarnos y este libro
aporta muchísimo al respecto.
Sebastián Leguizamo
Graña
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