miércoles, 16 de noviembre de 2011

Argentina: Educación sexual + vacuna + preservativo + PAP

Dra. Mónica Gogna (CEDES - ARTEMISA)

Desde hace pocos días, el calendario de vacunación incluye, de manera obligatoria, para las niñas de 11 años la vacuna para prevenir el VPH (virus del papiloma humano). Esta es una política sanitaria 'de vanguardia' (en Canadá, por ejemplo, existe un programa similar desde hace unos pocos años). Si bien la vacuna contribuye en gran medida a prevenir el cáncer de cuello de útero, no eximirá a las jóvenes de hacerse el PAP a partir de los 25 años. Esta 'antigua' y económica práctica médica sigue vigente y resulta tan necesaria (o más) que cuando Tita Merello la promocionaba allá por los años 50.


A pesar de sus bondades, la vacuna para el VPH sola es insuficiente. Como toda vacuna, necesita su 'refuerzo'. El refuerzo, en este caso, se hace con palabras. Necesitamos una campaña de difusión que deje bien en claro a todos y todas que la vacuna no protegerá a estas niñas -cuando inicien su vida sexual- de otras infecciones de transmisión sexual ni de embarazos no deseados. El preservativo es también de uso 'obligatorio' para los y las adolescentes (de los adultos me ocuparé otro día).


Es clave que madres, padres, docentes y profesionales de salud expliquen a las niñas y niños cuán importante es que cada quien se haga cargo de su cuerpo y su sexualidad. Las niñas corren con una cierta ventaja: al poner el brazo a la jeringa estarán poniendo el cuerpo a esta responsabilidad, que las acompañará toda la vida. Una responsabilidad que antaño muchas mujeres delegaban en sus parejas. Hoy todas sabemos que esta responsabilidad es indelegable. Por ejemplo, en lo 'tiempos del preservativo' nadie puede culpar a otro/a de haber adquirido el VIH. Es cierto que no siempre es fácil hacerse cargo de la propia vida o conseguir hablar con la pareja de la protección. Todos los días escuchamos en los hospitales públicos a mujeres que dicen que su pareja no quiere usar preservativo. Algunos ni siquiera quieren que las mujeres tomen pastillas ('las ponen locas' me dijo un taxista una vez) o se coloquen un DIU. En su machismo, creen que las mujeres usan un método para acostarse con otro sin riesgo de embarazo. O que cuantos más hijos tengan, más machos son. Por suerte las niñas que están obligadas a vacunarse han nacido en otro tiempo.


Ahora bien, ¿qué hay de la equidad de género? ¿Qué ventajas y responsabilidades tendrán los niños de 11 años? Se me ocurre que quizás puedan tener una clase de educación sexual obligatoria en las que su docente de ESI les hable del VPH y también les enseñe a colocar un preservativo de manera correcta sobre un pene de madera, un pepino, una banana (a elección de cada docente). Otra alternativa, más antigua pero no por eso menos eficaz, sería que los niños de 11 años escribieran 100 veces a mano: 'toda persona tiene derecho a elegir cuántos hijos tener y cuando'. O 'La violencia contra la mujer es un delito'. Esta pedagogía sería especialmente útil en provincias como Salta, San Luis y Mendoza. ¿Por qué allí? Pues autoridades que rechazaron las revistas del Programa de Educación Sexual Integral del Ministerio de Educación, seguramente no permitan dar una clase de educación sexual y menos ilustrar el uso correcto del preservativo.


Mientras los abogados de los Ministerio de Educación analizan estas propuestas (no sea cosa que algún progenitor se queje del pene de madera o de la escritura obligatoria), dejo al Ministro de Salud una inquietud acerca de la equidad de género en la prevención del VIH/sida.


Es sabido que para prevenir la transmisión madre-hijo del VIH en forma eficaz hay que testear a la embarazada pero también al 'futuro padre' (quien podría ser seropositivo, sea que ya lo sepa o desconozca su serología). De esa manera contribuiríamos a disminuir la tasa de 'transmisión vertical'. ¿Cómo? Hay embarazadas que dan negativo para VIH en un primer test (al tercer mes, por ejemplo) ya sea porque están en el 'período de ventana' o porque no se han infectado aún. Luego, estas futuras madres 'seroconvierten' o se infectan durante el embarazo o la lactancia.


Recapitulando, si se testeara a quién aportó el espermatozoide, ganaríamos tiempo y evitaríamos que algunos bebés se infectaran. Dado que el futuro bebé tiene padre y madre, no se entiende bien porque solo se ofrece el test a la mujer embarazada. La ley de Sida (1990) establece claramente que nadie puede ser obligado a hacerse la prueba de VIH y esto es muy importante respetarlo no sólo por el derecho de las personas a conocer (o no) su serología sino porque todos sabemos ya que tenemos que protegernos y cómo.


Pero sería fantástico que los servicios de salud (y otras instituciones por las que 'circulan varones') promovieran activamente el testeo de VIH en la población masculina. Especialmente entre las parejas de las mujeres embarazadas. Otra alternativa (made in Rosario) sería ofrecer el test de VIH a los 'papás' cuando nace su hijo/a.

El médico que inventó esto dice: muchos varones no acompañan a sus parejas al 'control de embarazo' pero el día del parto están ahí, firmes y emocionados. Buen momento para apelar a la responsabilidad de un varón, ¿no? En Rosario los invitan cordialmente a hacerse el test de VIH y la mayoría acepta sin problema. Habitualmente en los hospitales y centros de salud se dice que muchos varones no van a testearse por no perder el 'presentismo'. Huele un poco a excusa, porque hay centros de testeo que funcionan en horarios amplios. Pero bueno, de todas maneras podemos consultar también al Ministro de Trabajo. ¿Podría hacerse algo, Dr. Carlos Tomada, para que nadie (ni varón ni mujer) pierda el 'presentismo' por cuidar su salud y la de los suyos?









Informativo Latinoamericano Púlsar 15/11/2011

Anuncian borrador del reglamento de la Ley de Consulta Previa en Perú. Adultos mayores indígenas de Paraguay recibirán pensión alimentaria. Continúan los debates en Chile por las demandas educativas. Desalojan al movimiento Ocupar Wall Street en Estados Unidos.