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jueves, 23 de junio de 2011

El Hospital y el Sheraton

Ignacio Pizzo (APE)
 
 

Treinta y tres años después de la asamblea de la Organización Mundial de la Salud que determinó, ambiciosamente, el objetivo de Salud para Todos en el año 2000, los niños siguen muriendo de desnutrición en Salta. Y en Misiones y en Formosa y en el conurbano. Hay más de mil millones de hambrientos en el mundo. En 1977 la OMS lanzó la proclama y en 1978, en Alma Ata, se definió como estrategia la Atención Primaria de la Salud (APS) para lograr el objetivo.

Ya a mediados del 2011 -poco más de una década después del fin del mundo- no existe una ciudad espacial habitada por extraterrestres en lujosas naves con forma de platos de acero inoxidable rodando por Callao. Sí existe -sigue existiendo- el lujoso Sheraton Hotel. La Salud para Todos no pasó de la proclama y sí está en vigencia el Fútbol para Todos. Lo que fue un objetivo, un sueño, no sólo no es real sino que se transforma en una pesadilla para aquellos que acuden de madrugada buscando atención médica a la guardia de algún hospital del conurbano bonaerense (por mencionar un aislado y acotado ejemplo). Y, en el mejor de los casos son tomados como objeto de estudio. Ya ni la ternura del conejillo de indias.

Aquel sueño era el “qué”. Contenía también el cuándo: en el 2000. Y el cómo: a través de la Atención Primaria. Sin embargo no se pudo prever que la Atención Primaria se transformaría en Atención Primitiva y que nuestros centros de “salud”, propagan la enfermedad de un estado que, particularmente en Argentina, dio lugar a que cada provincia, en forma casi azarosa, tenga autonomía para desarrollar su propio sistema de salud y por lo tanto libre albedrío.

Volviendo al sueño que fue firmado por ministros de Salud de todo el mundo (entre ellos el pediatra Teniente Coronel de Navío de la Argentina de aquel entonces), esta respetable organización (por muchos otros motivos), hoy parece no hablar acerca de por qué no se logró el objetivo. Contrariamente, estableció desde el 2006 nuevos indicadores para medir el peso y la talla de nuestros niños y niñas.

En 1993, dada la necesidad de la existencia de nuevos estándares, se encomendó a la OMS estudiar el tema y preparar referencias con niños criados según recomendaciones actuales de alimentación y salud determinadas por ese organismo. Consecuentemente, la Organización Mundial de la Salud, con la colaboración de la Universidad de las Naciones Unidas, cumplió con lo encomendado, realizó un estudio multicéntrico que incluyó a ciudades de los cuatro continentes: Pelotas (Brasil), San Francisco (EE.UU.), Oslo (Noruega), Accra (Ghana), Nueva Delhi (India) y Muscat (Omán).

Hay diferencias en los patrones de crecimiento, entre los nuevos y los nacionales, especialmente durante la primera infancia. Por ejemplo, en los parámetros para evaluar el crecimiento de niños entre 6 meses y 5 años, lo que en términos prácticos significa que niños que antes eran considerados bajos de peso, no lo serán más porque se amplió el rango. Muchos de los que antes estaban desnutridos, mágicamente dejarán de estarlo.

Existirá una disminución del 50 % de la prevalencia de niños de 6 meses a 5 años con desnutrición global, un aumento del 75 % de la prevalencia de niños de 6 meses a 5 años acortados y un aumento del 125 % de la prevalencia de obesidad.

Las tablas de la OMS (estándares) fueron confeccionadas a partir de una muestra altamente seleccionada de la población de seis países, con niños que crecen en óptimas condiciones de salud y atención, en un medio socioeconómico y condiciones ambientales altamente favorables. Estos estándares tienen un carácter prescriptivo, es decir, muestran que los niños deben crecer de esta manera. Las curvas de la OMS no muestran, estrictamente hablando, el crecimiento de niños alimentados a pecho solamente: muestran las curvas de niños altamente seleccionados, alimentados según recomendaciones de la OMS, de un nivel socioeconómico alto, que viven en condiciones medioambientales muy favorables, con madres no fumadoras y un control sanitario regular y periódico.

Sin incurrir en más datos técnicos creo que lo expuesto es suficiente para deducir que estamos muy lejos de cumplir las recomendaciones que “harían falta” para aplicar estos parámetros y, así sean un modelo a seguir, estas nuevas tablas no van a obligar a nuestros gobiernos a crear las condiciones necesarias para que nuestros niños adhieran a ese concepto de normalidad que pretende la OMS. Aunque sí, como se hizo alguna vez en Misiones, nuestros sanitarios gobernantes (en el peor sentido de la palabra) estarían dispuestos a ocultar datos, obligando al sector salud a tomar niños desnutridos como normales.

Lo cierto es que la desnutrición existe, mutila, desespera y deja marcas indelebles en las neuronas de nuestros pibes. Esas neuronas soportan ataques múltiples. Entre ellos el del paco, para completar su extinción. Las niñas desnutridas serán madres desnutridas y tendrán hijos desnutridos (aquí sí la medicina es una ciencia exacta).

Según el FMI y el Banco Mundial (socios de la OMS), la condiciones de extrema pobreza que creó la última crisis económica contribuirían a la muerte de 1.200.000 niños en todo el mundo -entonces el muerto que vos matáis goza de buena salud- y las grandes potencias tomaron urgentes medidas para salvar al capital financiero.

En Argentina el ajuste vino por el lado de la inflación, que limita el plan de “asistencia alimentaria de la niñez”, unido al hecho que además de no estar unido este plan al criterio de universalidad, de los cuatro millones de chicos que estaban afuera de todo tipo de apoyo social hay casi tres millones que no han podido ingresar por las formalidades que para hacerlo exige el gobierno.

Luego de este paréntesis, está de más decir que las tablas de la OMS son como los nuevos mandamientos y tienen como “Moisés” a nuestros presidentes, sólo que “la necesidad tiene cara de hereje”. Las caras son las de los chicos que son herejes por no cumplir con los criterios de normalidad que predice este organismo.

No obstante esta “herejía” de ser un niño criado en la Argentina hermanado con otros muchos países, no se puede explicar sólo por la existencia de un sistema de salud ineficiente. Ramón Carrillo manifestaba que “no hay política sanitaria si no hay política social”. La desnutrición (vale decir el hambre), el dengue, la gripe A, el Chagas, la tuberculosis, etc., exigen no sólo respuestas médicas, la falta de alimentos, de agua potable, las viviendas precarias, el hacinamiento, son causas de enfermedad. Y los microbios “… unas pobres causas” (otra vez el gran Carrillo).

La medicina social, una importante corriente latinoamericana, tiene viejas raíces. Rudolf Virchow, un destacado patólogo alemán en el que se corporizó el movimiento de medicina social europeo, fue uno de los primeros en analizar las causas sociales de la enfermedad y pensaba a la medicina como una ciencia social. Coherente con sus ideas, Virchow, participó con las armas en la revolución alemana de 1848. Seguidores suyos emigraron a América a principios del siglo XX y, por ejemplo, en Chile tuvieron influencia en una generación de estudiantes de medicina. Entre ellos Salvador Allende, quien luego sería presidente de ese país.

Nuestro desafío es seguir este camino de la Medicina social, ampliando nuestra visión, y apuntar a que el pueblo tome la salud en sus manos, más allá de que organizaciones sociales, trabajadores de salud comprometidos (muchas veces sometidos a condiciones inhumanas), organismos de salud bien intencionados pero limitados en su labor, están dando como pueden respuestas directas en el proceso salud -enfermedad. Sabemos que esto no alcanza y que hace falta inmiscuirse en un sueño concreto que resuene por las calles como aquel grito de aquella hermosa generación del 70 que pregonaba “el Hospital de Niños en el Sheraton Hotel”.

Fuentes de datos:
Arch Argent Pediatr 2007; 105(2):159-166/ Revista PyT Nº88(101)/ago-oct 2009/ Page last edited Sun Dec 02 23:17:46 UTC 2007.

Ignacio Pizzo es médico en Casa de los Niños, Fundación Pelota de Trapo.

martes, 5 de abril de 2011

INFORME ESPECIAL: Mortalidad infantil por desnutrición en Argentina

Mariana Bosio (PCT)

La nota (parte de ella) que se encuentra a continuación, fue escrita en octubre del 2010. Escrita con dolor, bronca, e indignación. Los mismos sentimientos que renacen ante cada injusticia social.

Hace escasos días, los medios de comunicación informaban acerca de seis nuevas muertes infantiles por desnutrición en Misiones. En este mismo momento, acaban de anunciar un séptimo e inocente fallecimiento. Claro que el panorama no es alentador ante una noticia así, más aún si tenemos en cuenta el venidero aumento de la inflación y consecuente incremento de la pobreza.

Es por ello que creí conveniente agregar estos nuevos datos a lo ya escrito hace meses, pero aún vigente… escrito, como dije antes, con dolor, bronca, indignación; pero también con el convencimiento de que otra realidad es posible. Una realidad justa y digna para las mayorías populares.

Está en nuestras manos cambiar esta perversa suerte para muchos.

"Hago lo que hago porque quiero a la justicia. Si bien yo nací en una familia de pequeños propietarios y no he experimentado la injusticia que sufre tanta gente, tantos trabajadores, sé que no sólo lucha contra ella quien la padece, sino también quien la comprende. Claro que la represión la hemos sufrido nosotros también. Pero lo fundamental es que todos los que tenemos un concepto de justicia y equidad, debemos luchar para construir una nueva sociedad que permita al hombre salir de la enajenación a que lo conduce este sistema que afecta hasta el derecho de vivir. La mortalidad infantil, el analfabetismo, la deficiencia sanitaria, la falta de vivienda son parte de este sistema injusto." (Agustín Tosco)

Infancias pobres: Mortalidad infantil por desnutrición en argentina

“¿Cuándo querrá el dios del cielo
que la tortilla se vuelva?
¡Qué la tortilla se vuelva!
¡Que los pobres coman pan!
¡Y los ricos mierda, mierda!”

La nutrición, sabemos, es esencial - durante la gestación y posteriormente en los dos y tres primeros años de vida - para el desarrollo cerebral humano. El crecimiento del cerebro se desarrolla fundamentalmente durante los últimos tres meses dentro de la panza de la mamá. Por ende, podemos afirmar, que la desnutrición prenatal y la sufrida durante los tres primeros años de vida del niño, impide el normal y correcto crecimiento de su cerebro; pero no sólo eso (como si ya fuera poco), sino que además de detenerlo, lo disminuye. De esta forma, la nutrición del niño en edad prenatal y hasta los 3 años de edad, constituye un lugar importante, imprescindible para el desarrollo de su aprendizaje y su desarrollo infantil. Cada uno de los casos de niños desnutridos presenta serios trastornos, entre otros, en lo cognitivo.

Quienes somos docentes podemos ver en nuestras aulas, la forma en que la mala nutrición influye en el proceso de aprendizaje, tanto en el cansancio físico, debilidad, como así también en la falta de atención. Teniendo en cuenta lo alarmante de las consecuencias que acarrean los trastornos alimenticios en chicos que no tienen acceso a lo básico para la subsistencia, duele saber que estos no son solo datos informativos, sino que una importante parte de nuestra población de pequeña edad lo sufre día a día y en muchos casos no llegan a adultos para poder dar testimonio de ello.

En Argentina, la mortalidad infantil es del 13,8 por mil, afectando principalmente las provincias que integran el noreste y noroeste de nuestro país, encabezado por Formosa con un 22,9 por mil. Los factores rondan en la situación socioeconómica, necesidades básicas insatisfechas, deficiencia en el sistema de salud, falta de acceso a servicios como el agua potable.

Ocho de cada diez niños y adolescentes no poseen los ingresos suficientes para cubrir sus necesidades mínimas en las provincias norteñas. Según “el Centro de Estudios de Nutrición Infantil […] el 35% de la población no puede acceder a los alimentos básicos, aunque destine a ello el 66% de sus ingresos” ( La Gaceta de Tucumán – 12 de junio de 2010).

Frente a estos números que se manejan oficialmente, Abel Albino (médico pediatra y presidente de CONIN - Cooperadora para la Nutrición Infantil ), aseguró en una entrevista en junio de 2010, que dichas cifras (las cuales alarman), son estadísticas que en su manejo "se manosea y bastardea todo. Lo que podemos decir es que la mortalidad infantil es un indicador indirecto de desnutrición". Agregó además: "Si tenemos mortalidad de 20 niños por cada mil nacidos vivos, tenemos que tener desnutrición en 20 de cada mil chicos. Si comparamos este índice con el de Chile, que tiene el 7,5 por mil, es altísimo. Tenemos unas 3 veces más mortalidad que Chile, siendo un país con 100 veces más de posibilidades que Chile".

Es difícil digerir el cinismo con el que pueden expresarse lo más vil, corrupto y mezquino de los representantes de la política burguesa. En octubre de 2010, la indignación fue provocada por las declaraciones del gobernador kirchnerista de Misiones, Maurice Closs. Los medios de comunicación (burgueses también, pero opositores por cierto) hacían pública la escandalosa y, por sobre todas las cosas, dolorosa cantidad de niños desnutridos y fallecidos, por dicha problemática, en la provincia de Misiones. Lo cierto es que se registran en esta provincia cerca de 6.000 chicos con cuadros de desnutrición y en lo que respecta al año pasado, fueron 206 los chiquitos fallecidos (cifras oficiales limitadas a la población infantil).

Al respecto, Closs afirmó, luego de confirmar los 6.000 casos en la provincia: "Obviamente que algunos de estos chicos se nos van a morir porque la mortalidad infantil es un problema, es una realidad y este plan justamente lo que busca es identificar cada caso". Como si fuera poco, agregó luego: "Este año ya se murieron 206 chicos, pero el año pasado a estar altura se habían muerto 253". Parece poco importarle que esos números, que aparentan ser fichas de un juego macabro, son niños fallecidos por hambre de su provincia: muertes clara y políticamente evitables. Lo que sí aparenta comprender, pero callar muy bien, es el pago autorizado de más de 2,8 millones de pesos a Peugeot Citroën Argentina, por la compra de autos 0Km para funcionarios; o los 118.580 pesos destinados a dos comerciales para el Gobierno de Misiones (“Mito Realizado II” y “Orgullo”).

Lamentablemente, la realidad misionera no difiere de la de otros puntos del país. Hoy, a poco más de un mes de comenzado este año, los noticieros de todo el país dieron a conocer el séptimo fallecimiento infantil por desnutrición en doce días, en la comunidad wichi de Salta. Los casos registrados pertenecen a niños cuyas edades oscilaban entre 6 meses y 3 años de vida. Cada uno de estos chicos fue atendido bajo un cuadro de desnutrición y deshidratación (por falta de acceso al agua potable) en el hospital Juan Domingo Perón de Tartagal.

No es casualidad que haya sido el mismo pueblo de Tartagal quien en marzo de 2010, al salir a la ruta nacional 34 a reclamar por puestos de trabajo, fuera violentamente reprimido por la policía de Urtubey. El gobernador kirchnerista – tras la repercusión mediática de la violencia ejercida sobre los trabajadores desocupados del lugar – se comprometió, poco tiempo después, a cumplir con los reclamos. Casi un año después, en enero del corriente, debieron salir nuevamente a reclamar por los puestos acordados con la gobernación… ¿El resultado? una nueva y violenta represión. Hace un año, el pueblo tartagalense quería terminar con el problema del desempleo y la pobreza en el lugar, pero en lo que va del 2011 son 7 los chicos muertos.

En la misma provincia en la que 1 de cada 8 chicos menores de 5 años están desnutridos, se sostiene la mayor tasa de desocupación. Aún así, los miembros de la gobernación de Salta sostienen que la mala situación socioeconómica de las comunidades aborígenes, se debe a “factores culturales” de las mismas. Para el vicegobernador Andrés Zottos, “no se trata de una problemática social, sino cultural”.

La desnutrición infantil es una realidad que se extiende a todo el país. El lento genocidio que provoca el hambre se está llevando a futuro, además de las miles de pequeñas vidas, la capacidad de aprender, de expresarse y de desarrollar competencias para la reflexión crítica en quienes hoy la padecen severamente. Según Juan Carr (Red Solidaria y Centro de Lucha contra el Hambre) ocho niños menores de cinco años mueren por día en la Argentina a causa de la desnutrición.

En su último discurso (9/2/11), Cristina Fernández manifestó que se en los medios se habla de inflación, pero que en realidad lo que hay es “una inmensa distorsión y dispersión de precios”

Cuando la discusión gubernamental radica en cómo administrar la economía, la balanza jamás se inclina favorablemente para los pobres. Mientras el oficialismo y la oposición "de derecha", a principios del 2010, mantenían la discusión acerca de los fondos para el pago de la Deuda Externa y si éstos debían provenir o no de las reservas del BCRA, ninguno se opuso a pagarla. Para el corriente año, se aprobó por decreto la suma de 7.504 millones de dólares para el pago de la misma.

Los subsidios a privados, el Club de París, la millonaria Deuda ilegítima y fraudulenta... todo ello sostenido por la explotación a la clase trabajadora, por las riquezas que ésta produce, por el hambre que gran parte de nuestro pueblo sufre.

Se hace necesaria la inmediata implementación de medidas de emergencia que aseguren urgentemente el desarrollo nutricional del gran número de chicos desnutridos de las provincias más afectadas y de todo nuestro país.

Lo producido por nuestra clase, hasta el momento, solo ha servido para enriquecer las grandes cuentas bancarias de quienes viven del sudor ajeno. La realidad de los sectores más pobres se complejiza día a día y la ayuda jamás llega. Es indispensable seguir en pie de lucha por un cambio de raíz que garantice la dignidad y liberación de nuestro pueblo.

Hasta la Victoria SIEMPRE

¡Venceremos!


viernes, 4 de marzo de 2011

Hijos de la desnutrición

Claudia Rafael (APE)

Su particular afición por los pirinchos tal vez nació de ver en ellos un espejo en el que mirarse. Con las alas entreabiertas, las tenues plumas revueltas en la cabeza y la mirada como perdida. Tan vulnerables como él. Cuando los veía posados sobre una rama cualquiera o arriba de un alambrado y de espalda al sol probablemente soñase con volar. Con alzar sus alas y lanzarse al cielo para devorarse la vida en un par de piruetas mágicas. O quizás no. A lo mejor lo suyo a los tres años era mucho más prosaico y simple. Tenía hambre y eso bastaba para devorarse los pirinchos que ante sus ojos aparecían como el manjar de los manjares. A esos tres años desnutridos y enclenques que parecían estar devorándole la vida y no le dejaban ponerse en pie y corretear por la tierra en un juego feroz y eterno como deben ser (no hay otro modo) esos años cortos por mandato ancestral.




Cuando su cuerpecito tenue llegó a manos del pediatra Basilio Malczewski, director de la UNR (Unidad de Recuperación Nutricional), en Oberá, el calcio era una ausencia sostenida. No habría dientes ni huesos saludables para él, sus músculos y nervios no funcionarían ya correctamente. No habría destino que lo acogiese de brazos abiertos a él con sus tres años y un ramillete de derechos conculcados. “Es que el peor derecho que pierde un niño por desnutrición es el de no poder desarrollar su potencial genético. Le estamos quitando algo así como su identidad y los daños que le generamos como sociedad si esa desnutrición se prolonga más allá de los tres años son irreversibles”, definió el doctor Malczewski en entrevista con Ape.

Ante esa moira terca que le negaba la vida, ese médico que en breve cumplirá 31 años en la profesión, hijo de padres ucranianos que llegaron deseosos de mañana a una Argentina prometedora de los años 30, recibió al niño con los brazos abiertos. Y por eso, porque le pudo pelear la batalla al hambre es que Malczewski siempre recuerda a ese niñito que alguna vez tuvo tres años como una de esas historias que lo dejaron marcado para siempre. “El llegó a nosotros con convulsiones provocadas por una hipocalcemia. Le tuvimos que aportar calcio indovenoso por más de una semana. No caminaba pero trabajamos mucho con él y con su mamá en lo que consideramos el binomio madre-hijo, mejoró increíblemente y luego siguió con controles ambulatorios hasta que nos cerraron el centro”.

Malczewski siente como una astilla dolorosa y punzante que ese centro de salud que hizo nacer en el que confluían enfermeros, médicos, nutricionistas, psicólogos fuera cerrado intempestivamente durante sus vacaciones de febrero de 2010. Como una puñalada inesperada que le segó la utopía que ya sentía como real.

Es que durante sus 14 años al frente de la UNR lograron plantarle la bandera de vida en el rostro al hambre devoradora de niños 500 veces. Y repite: “es como arrebatarles la identidad”.

Cuando en octubre ese gobernador joven, de prolija barba candado y con afición por los trajes y las camperas de cuero negro, contabilizó 206 niños muertos por hambre y ubicó en 6000 el total de pequeños desnutridos en su provincia, ya hacía ocho meses desde el cierre de la UNR. El mismo gobernador Maurice Closs que poco tiempo antes, en plena campaña electoral arengaba que había que resolver cuál camino tomar: “si el nuestro, o el de aquellos que quieren volver al espacio, a las ideas y al tiempo del pasado. No nos confundamos. Quienes gobernaron en la década del `90 representan un modelo ideológico, que no sólo gobernó a Misiones y al país, sino que también gobernó al mundo por aquellos tiempos, con sus ideas liberales, con la visión del sálvese quien pueda, con un Estado pequeño y casi ausente, con la prestación de servicios para unos pocos que eran dueños de los factores de la producción”. En una descripción perfecta del mismo modelo que hoy encara y por el que pretende ser reelecto.

Hoy los discursos oficiales arrinconan en “la obesidad y la talla baja” los dos problemas centrales de la infancia.

El binomio

“Empezamos a ir a los barrios cuando terminaba la dictadura militar. Había mucho miedo todavía. Tuvimos mucha resistencia hasta conseguir un centro de salud en el que trabajar. Incluso un intendente nos prohibió porque decía que armábamos células terroristas. Pero después pudimos arrancar de nuevo y logramos estar presentes en nueve centros. Cada niño desnutrido con su mamá representan una unidad única. Y a la mamá le enseñábamos las pautas básicas de crianza, cómo bañarlo, cómo alimentarlo, cómo moverse para su real integración. En esos días había un 60 por ciento de desnutrición y nosotros logramos armar centros de salud rancho y trabajábamos con promotores de salud. Desde esos días hasta hoy uno se va dando cuenta de que hay muchas otras formas desde las que también se manifiesta la desnutrición como son hoy la baja talla y la obesidad. Y a todo esto están atados también los altísimos índices de repitencia y abandono escolar”, contó Malczewski desde Oberá.

De esa marca imparable está hablando el médico cuando describe déficits de hierro, de calcio, de magnesio. De eso está hablando cuando define esos cuerpos extremadamente delgados, de los transtornos en la piel, en las mucosas, en los ojos, en la conducta. Cuando cuenta de irritabilidades, de llanto imparable, de enfermedades que se repiten alude a un círculo que lo atrapa como telarañas que lo van aprisionando una y mil veces. Niñitos “hijos de la desnutrición”, dice Malczewski.

Lejos, muy lejos del gobernador que en junio estrenará sus 40 años y dijo que hay “6000 desnutridos, de los cuales 1000 de extrema gravedad”, el pediatra contraargumenta que “de una población de 80.000 que tiene Oberá, hay unos 3000 chicos desnutridos; de los 140.000 que tiene Posadas, ese número hay que multiplicarlo por tres. Las villas, la pobreza espantosa que no perdona y la falta de discusión real sobre estrategias. El futuro es incierto. Y somos una provincia muy rica pero los pobres no viven en la tierra fértil. Llegan nuevas familias diariamente a Oberá y se las relocaliza en los peores sitios. Viven en terrenos de seis por ocho, en una casilla con letrina y tierra de muy mala calidad”.

Son obreros rurales, pequeños colonos que ya no resisten a tanto embate de la inequidad y terminan malvendiendo sus pedacitos de tierra para tentar el sueño de la ciudad en la que con casitas endebles con madera de desecho pasan a compartir sus días con vinchucas y un ejército de enfermedades evitables.

Así, como tantos, con la casucha atravesada al medio por un arroyo vivía aquella mujer con sus cinco hijos que marcó a Malczewski tanto como el pequeño de los pirinchos. “Un día tuvimos que internar a la familia entera por desnutrición. La mamá y los cinco hijos. Vivían en la Villa Sargento Cabral, de Oberá, con el arroyo que pasaba por el piso de tierra. El marido diabético, casi ciego, postrado, murió. Trabajamos mucho con ella y desde el binomio madre-hijo. El Municipio le relocalizó la casa, ella consiguió trabajo en una pollería, mandó los chicos a la escuela y todos la terminaron. Ellos pudieron y nos venían a visitar siempre, a medida que crecían”, recuerda el pediatra.

Las historias aparecen como por asalto. Las de niños que pudieron y otros que cayeron vencidos ante la crueldad del hambre y de sus hacedores. Como Patricia. La nena de 12 años que ni siquiera pudo ya presentarle batalla a la muerte. Y que cuando el especialista anatomopatólogo analizó las causas más hondas de esa muerte dijo a Malczewski que se trataba de un parásito que hubiera sido derrotado a tiempo con pocos pesos.

¿Acaso es posible, entonces, desmentir que el hambre es un crimen? ¿Entonces es posible negar que las políticas gubernamentales no nutren, ni abrigan, ni abrazan a nuestros niños más pobres?

El porvenir -ese lugar hacia el que tercamente caminamos como humanidad- está predestinado a diluirse si nos aferramos a las teorías malthusianas de finales del siglo XVIII en las que el hambre era la hipótesis inevitable. “La potencia de la población -escribía en el Ensayo sobre el principio de la población- es infinitamente mayor que la potencia de la tierra para producir sustento para la humanidad”.

No hay porvenir posible si los trabajadores no cargamos sobre nuestros hombros a los niños en una ronda de domingo. Las variables biológicas nos llevarán irremediablemente a la destrucción como humanidad. No hay futuro en un país que los condena. No hay utopía en un país que los desaparece. Con ternura venceremos.


Fuente: http://www.argenpress.info/2011/03/hijos-de-la-desnutricion.html