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jueves, 10 de marzo de 2011

Juicios en Rosario: “Con los genocidas presos todo el año es carnaval”

Por Indymedia Rosario

En la tarde del martes, en el paseo del Boulevard Oroño, frente al Tribunal Federal, se llevó a cabo una jornada cultural que se desarrolló bajo la consigna “Con los genocidas presos todo el año es carnaval”.

Fue organizada por el Espacio Juicio y Castigo y contó con la participación de sobrevivientes de la última dictadura militar, organismos de derechos humanos, centros de estudiantes, entre otras organizaciones políticas y sociales de la ciudad. Estuvieron presentes diversas murgas rosarinas y una obra de teatro.



“La idea era rescatar la alegría por la que lucharon y pelearon nuestros compañeros, esa alegría con la que no pudieron, por más atrocidades que los milicos cometieron”, explicó Luciana Pollola, integrante del Espacio Juicio y Castigo Rosario, al describir la actividad que ayer se realizó frente al Tribunal Oral Federal N° 2, donde se desarrolla la causa “Díaz Bessone”.

Bajo la consigna “Con los genocidas presos todo el año es carnaval”, desde las 17 horas se presentó, en primer lugar, un monólogo titulado “Siempre estarán”, interpretado por Adriana Velazco.

Luego siguieron las murgas, que arrancaron con La Memoriosa, el colectivo integrado por familiares, testigos y querellantes en las causas por genocidio que se desarrollan en la ciudad.

Después se presentó Mal Ejemplo, murgueros de estilo uruguayo, a quienes siguieron Caídos del Puente, Los Trapos y Okupando Levitas, que cerró la actividad.

“Algo que nos han regalado los chicos a otras generaciones es cómo luchar con alegría”, afirmó Norma Ríos, representante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). “Nos parece que es importantísimo porque se incorpora un promedio de gente muy joven, que no vivió la angustia, el dolor y la desesperación de lo que es vivir ocho años en el terrorismo de estado, o los años anteriores con la Triple A, o los años posteriores con la impunidad del punto final, la obediencia debida y más tarde el indulto”, aseguró.

Ríos, además, sostuvo que “la apertura de los juicios hoy es, más que ninguna otra cosa, una escuela de ética para las futuras generaciones de militantes. También agregó que “en el camino va dejando una enseñanza, que no es para ver solamente el pasado, la enseñanza es para saber por qué los obreros de Sancor están en la calle sin ser reincorporados, por ejemplo, o para saber por qué todavía hay chicos que se mueren de hambre”.

Por su parte, Pollola indicó que “la idea era poder, con alegría, demostrarle a todos los compañeros testigos y querellantes que la gente los acompaña y que estamos presentes acá, para que los genocidas estén en el lugar que les corresponde, que es la cárcel.

“Queremos demostrarle a los compañeros con acciones pequeñas o grandes, sea con esta actividad o esperándolos en la puerta con un mate, con una sonrisa, con un abrazo, que se puede y que los genocidas no pudieron, expresó.

La joven finalizó dejando en claro los motivos que llevan a la militancia a este tipo de actividades: “Cada acompañamiento, cada apoyo no es por nosotros sino por cada uno de los compañeros que viene a poner el cuerpo día a día declarando en esta causa y por los 30 mil compañeros que desaparecieron. Nosotros seguimos su lucha, recuperamos todos sus ideales y los reivindicamos.

La de ayer fue una nueva jornada que busca renovar el pedido de memoria, verdad y justicia, exigiendo la cárcel común, perpetua y efectiva para todos los responsables, civiles y militares, de la última dictadura.

Y que siga el corso... Carnaval, o la libertad-espectáculo

Juan del Sur
…defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y de los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres.

Mario Benedetti




Donde hay público ya hay una postura, una representación para el afuera. Los insurrectos del Mayo francés tenían esta idea: “Proscribamos los aplausos; el espectáculo está en todas partes”.

Desde hace varios años, en Buenos Aires y su conurbano, y también en Montevideo, aunque en una medida menor, se ha instalado una concepción militante del carnaval. Qué digo militante: ¡heroica!

Sus más intrépidos portavoces declaran que el carnaval busca "romper con la hegemonía que ejercen los de arriba sobre los de abajo" y con “esa imposición de que solo hay que trabajar” y, además, “llama a un grito de todo lo que se está padeciendo y esto en algún momento se les viene en contra a los de arriba. Por eso, al carnaval se lo ha querido prohibir”.

Es cierto que se lo ha querido prohibir, y se lo ha prohibido, pero, ¿qué cosa no se ha prohibido a lo largo de la historia? Por ejemplo, Cronwell y los puritanos despotricaron contra las diversiones públicas y prohibieron el teatro y la ópera: Shakespeare estuvo prohibido en Inglaterra. Sin embargo, respecto del carnaval la tendencia no ha sido impedir su celebración, sino favorecerla.

En la Noche de San Juan, cómo comparten su pan

Para más datos, todas las “fiestas” en general han sido emplazadas en las sociedades más opresivas y petrificadas como válvulas de seguridad, un respiro para los de abajo ante la fatiga y la penuria sin horizontes.

Tanto es así que se pueden rastrear los antecedentes del carnaval en las más antiguas —y autocráticas— civilizaciones, como en Sumeria y en Egipto (Egipto: ¿le suena?), con referencias que se remontan a hace cinco mil años. Y fue la Iglesia Católica —que no es boba— la que de algún modo integró fiestas paganas a su celebración litúrgica mayor, la Pascua de Resurrección y la Cuaresma que la precede, fijando el carnaval en los tres días previos al Miércoles de Ceniza.

Por esa razón, en el ámbito cristiano el carnaval es un período de permisividad y cierto descontrol… organizado.

Libertad con horario

De modo que al lado de los fundamentalistas del “carnaval revolucionario” se pueden encontrar opiniones diferentes, como la de los que piensan que es el momento de autenticidad; no de ponerse la máscara, sino de sacársela, de mostrarse tal cual se es, soltarse, liberarse. Y también están los otros, los que lo toman como una oportunidad de tirar la chancleta. Y otros más, que no sin astucia recomiendan que “por cuatro días locos que vamos a vivir… ¡por cuatro días locos, te tenés que divertir”, o que “no hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando”.

Pero lo asombroso de todos ellos es que, reconociendo en su modo de encarar el carnaval un valor superior o, al menos, apetecible, se resignan a confinarlo a unos pocos días del año, en lugar de desplegarlo a lo largo de toda su vida.

Si la perspectiva propuesta es lograr tres días de libertad contra trescientos sesenta y dos de agachar la cabeza, espérenme ahí, que voy, me suicido y vuelvo.

La zorra rica al rosal

Ya mencioné algo asombroso; aquí va algo más. Estoy pensando en esas personas de lo más humildes que tienen todo el año en la mira los días de carnaval, y le restan tiempo a sus intereses y a su descanso con el fin de obtener la caricia del aplauso de los burgueses y pequeñoburgueses (si no buscaran eso harían la fiesta puramente entre ellos). Y los burgueses y pequebús disfrutan de esa donación y terminado el carnaval, que te mueras. No, que te mueras, no; mejor, que sobrevivas hasta el próximo carnaval, así me divertís con tus cabriolas y tus coplas inofensivas. Y a ver si ponés un poquito más de energía (¿qué te pasa?: ¡parece que estuvieras desnutrido!) y también más imaginación; eso ya lo vi el año pasado.

Es el orgullo (orgullo alienado) de esos mansos: “¿Ven?: estamos en el escalón más bajo de la pirámide social, pero bien que les gusta venir a ver nuestras comparsas”.

O si van un poquito más lejos:

—¿Viste cómo se quedaron fríos cuando cantamos eso de “los gordos con sus cadenas de oro sosteniéndoles la panza”?

Sí, qué golpe duro.

Desesperados, no encontraron otra salida que ir tomar champán al bar de un hotel cinco estrellas.

Carnaval Nac&Popó

En tren de optar, ya lo he insinuado, prefiero trescientos sesenta y dos días de compromiso y de autenticidad, y consagrar los tres de carnaval a bailar y darle a la pandereta. Y hacer sonar pitos y matracas, también, qué joder: descontrol total, o sea.

Lo de presentar al carnaval como una gesta casi insurreccional es propio de las mistificaciones que promueve el populismo. Para mí, es como cantarle cuatro frescas al retrato del dueño de la empresa. Si vas a organizarte, que sea para plantear los reclamos en su ámbito propio, no en el efímero y equívoco de un corso.

Pero los que padecen esta recurrente inflamación de la glándula carnestolenda tienen más argumentos. Una tal “Comunidad del Carnaval” nos alecciona que “los Carnavales convocaron a más de un millón de espectadores por año”. “Un millón” posee el mérito santificante de la magnitud, según decía Bierce. “Un millón de personas llenó la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945”; “un millón de jóvenes peregrinaron a Luján”: y así, de millón en millón, estamos como estamos.

Tristeza não tem fim

Cada vez más, las cosas no se hacen por sí mismas, sino como espectáculo para otros o para que sean registradas por las cámaras de televisión. Cuando anunció “Deportes para Todos” la presidenta sostuvo que su “objetivo es que el pueblo vea eventos de cultura popular”. Es un compendio de ideas gratas al populismo: “deportes para todos” es que el pueblo vea en acción por TV a las elites hiperprofesionales de actividades que, como espectáculo, hace ya mucho que dejaron de ser deporte, y a esto lo llamaremos “cultura popular”.

Para mantenernos entretenidos y apartados de nuestra identidad social más profunda el populismo siempre está revolviendo en el tacho del interés falso y, parafraseando a Marcuse, de ese modo solo puede proporcionarnos, en el caso más favorable, la mejor felicidad falsa.

De eso se trata el carnaval: ¡la pucha!, el poder no solo nos ordena cuándo debemos estar con los morros metidos en la tarea, sino también cuándo divertirnos e, incluso, ser díscolos y atrevidos.

Temo que a usted lo haya empalagado toda esta cháchara. Por eso me despido con una cortita y al pie:

El que se divierte cuando se lo ordena el calendario, en realidad no se divierte: trabaja de divertirse.


Fuente: http://www.argenpress.info/2011/03/y-que-siga-el-corso-carnaval-o-la.html

miércoles, 9 de marzo de 2011

Feriados del carnaval

Los feriados de Carnaval regían en el país hasta 1976, cuando el entonces dictador Jorge Rafael Videla emitió un decreto (el 6 de junio de 1976) anulando del calendario el festejo popular.

Carolina Ianuzzi, integrante de la murga los endiablados de Villa Ortuzar, destacó como fue el proceso de recuperación del feriado.

DESCARGAR CAROLINA IANNUZZI