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martes, 23 de abril de 2013

La deuda siempre está, por Julio C. Gambina

El Ministro de Economía participó en estos días en la reunión del FMI, entre otras cuestiones, intentando contrarrestar la declaración de censura que pesa sobre la Argentina a propósito del manejo de las estadísticas. La autoridad económica llevó la información sobre la aplicación de los nuevos mecanismos de medición de precios antes de finalizar este año. La sugerencia es que los nuevos índices estarán disponibles a corto plazo, pero aún así, no evitó que se reiterara que el FMI se pronunciará sobre la cuestión de fondo, es decir, la credibilidad de las estadísticas económicas, a fines de octubre. Sin embargo, otras dos cuestiones atravesaban el interés de la Argentina y su relación con el FMI y el sistema mundial. 



Una es que los acreedores estadounidenses que reclaman ante la justicia de Nueva York, los llamados Fondos Buitres, no aceptaron la propuesta del gobierno argentino. Esta consistía en pagar bajo las mismas condiciones a quienes ingresaron al canje de deuda del 2005 y del 2010. Falta aún la decisión que asuma la Cámara de Apelaciones de la ciudad de Nueva York, restando en caso de pronunciamiento negativo, el intento por acceder a la Corte Suprema de EEUU, o entrar en cesación de pagos, sea por la demanda de los acreedores ahora en litigio, y la que impulsarán todos los que aceptaron los canjes y se sentirán discriminados. En el peor de los casos, el cálculo de la nueva deuda emergente de esta posibilidad es superior a la totalidad de las reservas internacionales de la Argentina.


La otra cuestión es que el Parlamento argentino acaba de aprobar, a instancia y petición del poder ejecutivo nacional, una ampliación del capital de la Argentina en el FMI cercana a los 5.000 millones de dólares. Esta capitalización en el organismo internacional no supone disposición de divisas o reservas, ni tiene impacto fiscal o monetario, pero facilita el acceso del país al crédito del FMI, es decir, habilita mayor endeudamiento, por lo menos el doble de la posición actual. El argumento oficial para la capitalización, ampliamente aprobada por los legisladores, con muy pocas excepciones, remite a un acuerdo con otros países, caso de Brasil, para incidir en la toma de decisiones del organismo. De este modo, los países que capitalizan estarán en condiciones de mejorar relativamente la capacidad de votación en el organismo internacional, algo que se conoce como modificación de la arquitectura financiera internacional. Vale aclarar que las capitalizaciones de los diferentes países, en ningún caso modifican el poder de veto que de hecho tiene EEUU en la dirección del FMI y que le otorga la hegemonía en la dirección.

Es evidente que la Argentina sigue incorporada al FMI por múltiples motivos, más allá de las críticas discursivas que recurrentemente se le hacen. Es que no solo Argentina es miembro del FMI y por eso acepta las reglas del juego sobre la capitalización, y con ello la posibilidad de incrementar el endeudamiento, con las gravosas consecuencias que la deuda pública tiene sobre la política económica; sino que también la Argentina participa junto al FMI del Grupo de los 20, máxima articulación informal de los gobiernos de los países que deciden, principalmente EEUU, Europa y Japón más las nuevas estrellas del sistema mundial, los denominados emergentes, especialmente China y el vecino Brasil.

Argentina sigue atrapada en las redes de la deuda, aún con la política de desendeudamiento. Pese a los cuantiosos pagos, la deuda se incrementa y puja por incrementarse aún más, condicionando toda decisión de política económica. Hace poco comentamos como en el mismo momento que la inundación mostraba los límites de los recursos públicos, no solo para prevenir el desastre, sino para compensar la tragedia de miles de familias desposeídas por la inclemencia del agua, el BCRA autorizaba la disposición de 3.500 millones de dólares para cancelar acreencias con organismos internaciones.



La crítica al orden neoliberal es sostenida, tanto como a los organismos internacionales, los que viabilizaron y viabilizan esas políticas en la actualidad, pero la deuda siempre está. La deuda es un fuerte condicionante de la política económica local, con derivaciones múltiples ejecutada por la institucionalidad financiera contemporánea, tal el caso del CIADI, ámbito del Banco Mundial para defender la seguridad jurídica de los inversores externos. En tiempos en que se discute la reforma a la Justicia, bien valdría discutir la subordinación estructural a la justicia de otros países, que permite y facilita se litigue contra el país, en Ghana o en Nueva York. 




La soberanía es un concepto a recuperar en compañía de acciones impulsadas con países vecinos, algo que la Argentina puede hacer retirándose del CIADI, o investigando la deuda. Ambas iniciativas han sido realizadas con éxito por algunos de los países con que Argentina privilegia sus relaciones externos, como Brasil, Bolivia, Ecuador, o Venezuela.



lunes, 30 de enero de 2012

Impacto de la crisis en la Argentina: los temas económicos a comienzos del 2012

La crisis de la economía mundial es el gran condicionante del año. El Banco Mundial y otros centros de información de la economía mundial pronostican un año recesivo al estilo 2008-09; especialmente en la zona del euro. En su “Perspectivas Económicas mundiales para el 2012 y 2013”, la ONU comienza afirmando que “La economía mundial se encuentra al borde de otra crisis importante. El crecimiento de la producción se ha desacelerado considerablemente durante el año 2011 y para los años 2012 y 2013 se prevé que el crecimiento será anémico.”(Por Julio C. Gambina) 




Con un mensaje desalentador, el informe destaca que “La Unión Europea (UE) y Estados Unidos de América equivalen a las dos economías más grandes del mundo, y están intrínsecamente entrelazadas. Sus problemas se pueden transmitir fácilmente de una a otra y dar lugar a otra recesión mundial. Los países en desarrollo, que se había recuperado fuertemente de la recesión mundial de 2009, se verían afectados a través de sus vínculos comerciales y financieros.”

Es cierto que los países menos desarrollados, los “emergentes”, y especialmente América Latina, mantienen su perspectiva de crecimiento mayor que los países capitalistas desarrollados, pero la continuidad de la crisis no augura tránsitos similares a los del tiempo pasado, ya que el salvataje de bancos y empresas en tiempo reciente, devino en problemas fiscales y crecimiento de la deuda pública, que hoy presenta dificultades para su cancelación o renegociación, con lo que es imaginable un horizonte de recesión que puede afectar las ventas desde la región. Observando la realidad desde nuestramérica es previsible una ralentización del crecimiento, con menores precios de la producción exportable, reducción de los ingresos por remesas de nuestra población emigrante a grandes y otrora prósperos países (sobresale el caso español, principal destino europeo de la emigración regional en tiempos cercanos).

No sorprende entonces la previsión de escasas aportaciones en inversiones productivas e incluso una fuerte presión de inversores externos en la región que acrecienten sus remesas de utilidades al exterior, tal el caso de las fortísimas inversiones españolas realizadas en tiempos de aperturas indiscriminadas de nuestras economía, especialmente en los 90’. Uno de los impactos más importantes de la crisis según la ONU es el desempleo, especialmente juvenil. El problema del desempleo es grave en los países capitalistas centrales y presenta peculiaridades en los países en desarrollo donde estos países “siguen enfrentándose a grandes retos debido a la elevada proporción de trabajadores que se encuentran subempleados, mal pagados, o sufren condiciones de vulnerabilidad laboral, careciendo de acceso a mecanismos de seguridad social.”

El déficit de empleo según la ONU alcanza a 64 millones de puestos de trabajo y podría llegar hacia el 2013 a 71 millones. El documento se preocupa por el efecto en el consumo, alentando un clima recesivo, y nada dice de la conflictividad social que esa situación genera.

Impacto de la crisis en la Argentina

Por todo lo comentado, uno de los temas a comienzo del 2012 en la Argentina han sido las medidas de restricción y mayor control de las importaciones, para intentar mantener el saldo positivo del comercio exterior argentino. El país no imprime dólares y los necesita para cancelar sus deudas. Ante la anemia de inversiones externas, la forma de hacerse de divisas es vía exportaciones superiores a las importaciones. Un tema adicional a considerar es la reducción de los precios de exportación, también derivado de la crisis mundial, según revela el propio informe comentado de la ONU. A ello debe adicionarse la cuestión climática, que impactará en menor cosecha y disminución de ingresos a los productores y al fisco, por lo cual el gobierno debió esta semana declarar la emergencia en varias provincias argentinas.

No solo se trata de la cuestión industrial o agraria, sino de otras producciones esenciales al “modelo productivo”, tal el caso de la mega minería, que en Chilecito, La Rioja puso en pie de resistencia a la mayoría de la población con actitud solidaria movilizada en todo el país, obligando a definiciones de las autoridades e instituciones locales en el sentido que el “Famatina no se toca”, replicando luchas anteriores por el mismo tema en la zona, en Esquel (2003) y variadas zonas incorporadas a la producción minera en los tiempos que siguen a la reforma del Código de Minería y el acuerdo de Argentina con Chile en 1996. Una posibilidad surgida desde distintos ámbitos apunta a la suba de retenciones mineras, hoy del 3% en “boca de pozo” a valores entre el 10 y 12% para compensar las críticas al modelo extractivo prefigurado en los 90’, lo que no supone discutir el “modelo productivo” en curso.

La discusión sobre el modelo productivo mantiene vigencia y es una cuestión estructural del debate político y social necesario, sea por los precios de la producción; las variaciones en el clima; o el impacto de esos procesos en las poblaciones (pueblos fumigados en lucha, o afectados por la contaminación de la producción minera a gran escala).

Salarios y conflictividad

A comienzos de años se hace evidente que uno de los temas a considerar será la cuestión salarial y de los ingresos de los sectores populares que reciben fondos por transferencia de renta: los planes.

La presión empresaria y gubernamental intentará limitar la demanda de las negociaciones salariales a menos del 20%, habiéndose pronunciado varias expresiones del sindicalismo argentino con incrementos a negociar entre el 25 y 30%, a la par con movilizaciones y pronunciamientos de actualizaciones de los ingresos por planes diversos. Es una situación generadora de conflictividad.

Quedan claros los límites de política económica para el 2012 respecto de los años anteriores, sea por la crisis mundial o por las características en la coyuntura de la economía local, con serias dificultades para mantener los superávit comercial y fiscal. Con restricciones para el financiamiento del mercado mundial, la política nacional se orienta a una modificación del gasto público, donde la quita de subsidios a los servicios públicos de electricidad, gas y agua es el comienzo de una práctica que desembarca en el transporte (transferencia del subterráneo a la Ciudad de Buenos Aires); lo que supone mayores precios a sufragar por los usuarios.

Los impactos serán diferenciados según los niveles de ingresos. Por ello preocupa el decreto presidencial que promueve “estudiar” los ingresos extraordinarios de los estatales nacionales, eliminados en algunas dependencias, como las primeras discusiones (especialmente los docentes) sobre pauta salarial. En el mismo sentido, las organizaciones representativas de quienes perciben fondos por transferencia de renta demandan actualizaciones. La conflictividad social será uno de los condimentos a tener en cuenta para el año económico en curso.



miércoles, 2 de noviembre de 2011

INFORME ESPECIAL: Balance después de las elecciones presidenciales de octubre de 2011


Julio C. Gambina (especial para ARGENPRESS.info)

Los resultados electorales de octubre para la renovación presidencial asignan un claro triunfo al oficialismo liderado por Cristina Fernández de Kirchner (CFK), quien obtuvo el 54% de la votación (Cuadro I), casi 12 millones de voluntades, sobre 28.860.000 votantes (Cuadro II), (1) con ausentismo bajo, de solo 21%, registrando votos por un 79%, y con escasos votos en blanco, nulos o recurridos, de 4%.





El triunfo del actual gobierno incluye las mayorías necesarias en el Parlamento, sea en la Cámara de Diputados y Senadores, que con legisladores propios y aliados podrá funcionar con quórum suficiente para la función legislativa. Sólo en una Provincia no ganó el oficialismo (San Luis), y en el reparto de las gobernaciones (por elecciones previas), solo resigna la Ciudad de Buenos Aires y las Provincias de Santa Fe, Corrientes y San Luis. El porcentaje obtenido es el mayor en la saga electoral desde 1983, el periodo más largo de vigencia constitucional en la historia de la Argentina, superando con el 54%, el 45,28% del 2007, que permitió el primer mandato de la Presidente. Raúl Alfonsín había obtenido el 51,75% en 1983; Carlos Menem el 47,49% y el 49,98% en 1989 y 1995 respectivamente; Fernando De la Rúa el 48,37% en 1999; Néstor Kirchner el 22,24%; y ahora CFK el 53,69%.

Las últimas dos presidencias pueden considerarse parte de un mismo ciclo, el “kirchnerismo”, que tendrá a partir de ahora un tercer mandato, que algunos podrán definir en el “cristinismo”. Serán doce años en un mismo ciclo político. CFK es la primera mujer en acceder por votación popular a la presidencia de la Nación (María Estela Martínez accedió a la presidencia desde su cargo de vicepresidente a la muerte de Juan Domingo Perón en 1974) y también, la primera mujer en ser reelecta para la función.

Los otros resultados son: para el Frente Amplio Progresista (FAP) el 16,87%, liderado por el gobernador santafesino y socialista Hermes Binner (encabezaron las listas de Diputados en Ciudad de Buenos Aires y en la Provincia de Buenos Aires dos históricos de la Central de Trabajadores de la Argentina, CTA, Claudio Lozano y Víctor De Gennaro); Unión para el Desarrollo Social el 11,15%, a cuya cabeza estaba Ricardo Alfonsín (Hijo del ex Presidente) y el tradicional Partido Radical (UCR); Compromiso Federal el 7,98%, liderado por el gobernador peronista de San Luis, Alberto Rodríguez Saá (hermano del ex presidente por 6 días que en diciembre del 2001 declaró el default sobre la deuda externa pública por 100.000 millones de dólares); el Frente Popular el 5,89%, cuyo candidato, Eduardo Duhalde fuera Presidente entre 2002 y 2003, y Vice del gobierno de Menem en 1989; el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), una coalición de Partidos Trotskistas liderado por Jorge Altamira, el 2,31%; y la Coalición Cívica el 1,84%, encabezada por la Diputada Carrió (había sido segunda, detrás de CFK en 2007).



El peso de la economía en el consenso electoral

No puede analizarse el resultado electoral sin considerar el ciclo de 10 años transcurridos entre la crisis de 2001 y el presente. La Argentina venía de una larga recesión de 5 años entre 1998 y 2002, con una resistencia creciente que en la pueblada de fines del 2001 obligó a la renuncia del gobierno, y tras sucesivas administraciones emergió con apenas el 22% el gobierno de Néstor Kirchner, que desde la debilidad original construyó una estrategia de poder y consenso electoral que se manifiesta en estos resultados consagratorios de CFK. Son resultados que siguen manifestando la crisis y renovación del escenario política en la Argentina

Desde mediados del 2002 la Argentina inició una etapa de crecimiento económico, solo disminuida durante el 2009, año de recesión de la economía mundial. Los guarismos sociales mejoraron desde entonces, pero estructuralmente no alcanzaron los niveles históricos de décadas anteriores. Las fuentes oficiales reconocen un desempleo actual del 7,3% (2) contra el 21,5% de 2002; siendo menor el registro de comienzo de los 90´ y por debajo del 6% en años previos. La realidad es que durante el kirchnerismo hubo crecimiento de la economía y de la ocupación, manteniendo elevados el carácter precario del empleo, superior al 30% de la fuerza de trabajo.

La evolución de la economía, con superávit comercial y fiscal facilitó una política social masiva que extendió la población mayor con acceso a pensión y jubilación, tanto como la asistencia social a menores, hijos de desocupados. El crecimiento remite principalmente a la primarización productiva y exportadora del país, siendo evidente en la extensión de la frontera agrícola de la Soja, que ocupa más de la mitad del territorio agrícola sembrado y multiplica por 3 y 4 veces las cosechas tradicionales de maíz y trigo. Argentina y los países del Mercosur, junto a EEUU, son los principales productores y exportadores de soja del mundo, con Argentina liderando la producción y exportación de aceites de soja. Junto a ello, la Argentina potenció en estos años, por medio de la mega minería a cielo abierto su carácter de productor y exportador de minerales, especialmente el oro. En materia industrial sobresale la industria automotriz, con récord de producción todos los años, previendo un total de 850.000 automotores para el 2011. De esa producción, más del 70% se exporta y el componente de autopartes nacionales es el más bajo de la historia de la producción de automotores en el país.

En los años del kirchnerismo, se procesa el crecimiento económico local, fuertemente concentrado y extranjerizado, tal como expresa la Encuesta Nacional de Grandes Empresas (ENGE) que realiza anualmente el INDEC en un seguimiento de las 500 empresas de la cúpula empresarial (excluye agro y bancos). Esa evolución económica reciente tuvo en origen dos medidas previas. Una es la cesación de pagos del 2001 que liberó de parte de los compromisos de cancelación de deuda hasta la renovación derivada del canje de deuda pública del 2005 y 2010, que incluyeron dos décadas de gracia para la cancelación del capital “principal”. La otra fue la devaluación de la moneda que agravó las condiciones de penuria de la mayoría de la población, especialmente los trabajadores y sectores de menores ingresos, que en ese acto y por un tiempo transfirieron recursos al sector más concentrado. Es cierto que la reactivación económica y del empleo creó mejores condiciones para la disputa del ingreso popular, lo que se vio reflejado en la expansión de las negociaciones salariales y convenciones colectivas.

Sin duda, la situación económica y la sensación relativa a ella, es causa del consenso electoral en el gobierno de CFK. La ampliación del consumo tiene expresión en la capacidad de gastos de los sectores de altos y medios ingresos, tanto como en la franja de menores recursos. No hubo opción económica en la consideración de la mayoría de los votantes.

Iniciativa política de CFK

Más allá de la economía, la política otorga señales interesantes. Durante el 2008, el gobierno de CFK fue objetado desde los sectores más concentrados del agro, a los que se unieron las voces de otros ámbitos de las clases dominantes y la “derecha” política. Esa situación intervino en la derrota electoral de medio tiempo del gobierno de CFK (2009). Desde entonces y especialmente con la muerte de Néstor Kirchner (octubre 2010), la iniciativa política del gobierno favoreció la disputa del consenso. Se destaca en ese sentido la nacionalización del sistema de capitalización de pensiones y jubilaciones; la masividad de la Asignación Universal por Hijos de desempleados (abarcará a cerca de 4 millones de personas en 2012); y el matrimonio igualitario, entre otras medidas de importante aceptación social.

A esos argumentos debe adicionarse el “capital simbólico” construido por el gobierno, tanto en el ámbito de los derechos humanos y asumirse como los “herederos” de las Madres de Plaza de Mayo, como en el “latino americanismo” esgrimido contra el ALCA y en la posterior configuración de UNASUR. Son elementos que enriquecen la comprensión del consenso generado y contribuye a explicar el alto porcentual de votación.

La oposición por “derecha” no pudo capitalizar el triunfo electoral del 2009 y corrió detrás de la iniciativa gubernamental para quedar sin juego en la elección del 2011, al punto que el segundo agrupamiento por votos, el FAP se asume en la “centro izquierda” de las opciones políticas. El principal referente de la derecha partidaria, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, aspira a canalizar desde ahora el liderazgo de ese espacio político en el proceso que se inicia con el segundo mandato de CFK. Estas elecciones dejaron vacante el liderazgo a la derecha tradicional y fuera del gobierno. Al mismo tiempo, posicionaron una fuerza expectante de centro izquierda con el FAP, que aún muy lejos de la votación para el Frente para la Victoria (un 36% menos) emerge con un colectivo parlamentario y cierta capacidad de organizar a sectores sociales, especialmente trabajadores de la CTA. Una mención especial merece la izquierda trotskista (FIT), que aún lejos de obtener representación electoral pudo vencer su carácter testimonial y hacerse visible desde una campaña que la acercó a la sociedad. Los grandes perdedores de esta elección son los sectores tradicionales del peronismo y el radicalismo.

El cuadro político descripto, incluida la cuantiosa votación a CFK son parte de lo que denominamos “crisis política” y búsquedas de nuevas representaciones. El kirchnerismo construyó desde la debilidad (2003), confirmó liderazgo sucediéndose en 2007 (CFK) y luego de la derrota electoral del 2009 reconstruyó consenso electoral (2011). En nuestra hipótesis, la disputa del consenso sigue abierto, especialmente desde la protesta y el conflicto social. Desde un punto de vista general puede considerarse la continuidad de la crisis del régimen político en la Argentina. Si bien ganó el voto peronista, en esta ocasión fue con la identidad del Frente para la Victoria (CFK), apoyado en la burocracia política y sindical del peronismo (PJ y CGT) y en aliados de centro izquierda (Nuevo Encuentro, la CTA intervenida por el Ministerio de Trabajo, otros). Queda por analizar si ese caudal electoral afirma la tradición peronista o muta a consolidar el kirchnerismo, o el cristinismo. Si queda claro que el bipartidismo, peronista y radical, vuelve a sufrir otro golpe, aunque hay historia de resurgimientos anteriores. El peronismo y el radicalismo siguen siendo las principales fuerzas de gobiernos provinciales, municipales y en espacios legislativos, pero en proceso estructural de crisis. La izquierda se presenta en tres variantes, dentro del gobierno, en el FAP, en el FIT, y aún en el Frente del Sur, con capacidad de actuar en el movimiento popular, en su organización y movilización, restando profundizar en su capacidad para construir poder propio en la coyuntura política y más allá.

Escenarios posibles a futuro

La elección de CFK para un nuevo periodo no era una novedad desde la realización de las elecciones primarias en agosto pasado, donde obtuvo el 50% de los votos. Las incógnitas provienen de la evolución de la crisis capitalista mundial y su impacto en la situación de la economía, lo que genera incertidumbre sobre el rumbo, sea por menor demanda de compradores en recesión, por reducción de los precios internacionales de las exportaciones de Argentina, o por las presiones sobre el precio de la divisa. Todas situaciones que ya impactan en la merma de las reservas internacionales.

En realidad nadie espera grandes cambios en la política económica, pero existen inquietudes sobre la disputa por el ingreso y la riqueza, con lo que ello puede implicar en materia de conflictividad social. La carestía de la vida empuja reclamos de mejoras en los ingresos populares que contrasta con la expectativa patronal por mantener la tasa de ganancia y con el propósito mediador del gobierno para reducir la presión al alza de los salarios. Las orientaciones del gobierno se enfocan en un mejor diálogo con la cúpula empresarial, ante la cual se presentaron recientemente sendos planes estratégicos, para el agro y la industria hacia el 2020. En ambos instrumentos, como en el Presupuesto 2012 se ratifica el modelo productivo asentado en el monocultivo, la mega minería a cielo abierto y una industria de ensamble.

Uno de los interrogantes es la perspectiva de lo manifestado por el FAP. No es la primera vez que emerge una fuerza política por fuera del bipartidismo tradicional. Lo fue el Partido Intransigente en los 80´, el Frente Grande en los 90´ y en ambos casos fueron absorbidos, el primero bajo la hegemonía del PJ, y el segundo de la UCR. La clave estará en la capacidad de construir autonomía desde la organización y movilización popular, propuesta que involucra a los sectores y dirigentes de la CTA involucrados en el proyecto. Es una perspectiva que se procesa en la ampliación de las alianzas hacia el conjunto de la izquierda y el movimiento nacional y popular por la liberación. Resta evaluar si se afirma esa tendencia, o una voluntad de inserción institucional que pueda culminar absorbida por la lógica política prevalente. El gran desafío para la izquierda y el movimiento popular está en la capacidad de construir alternativa ante la crisis de la política.

Notas:
1) Los datos ofrecidos son oficiales, consultados el Lunes 24/10/2011 y obtenidos de: http://www.elecciones2011.gov.ar/paginas/paginas/dat99/DPR99999A.htm
2) Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, INDEC. En http://www.indec.mecon.ar/ (consultado el 24/10/2011)

Julio C. Gambina es Dr. En Ciencias Sociales de la UBA. Profesor Titular de Economía Política en la UNR. Presidente de la Fisyp. Miembro del Comité Directivo de CLACSO.

Fuente imagen: Presidencia de la Nación


miércoles, 12 de octubre de 2011

Presupuesto 2012: Cómo leer sus números

Julio Gambina, economista y doctor en ciencias sociales, explica cuál es la importancia del Presupuesto nacional, de cara su posible aprobación en el Congreso de la nación.




Los subsidios son una de las políticas económicas más fuertes que lleva a cabo el Gobierno nacional. Gambina los clasifica en tres tipos: