martes, 31 de mayo de 2011

Argentina: Democracia o masomenismo

Roberto F. Bertossi

¿Es nuestra democracia un gobierno del pueblo y para el pueblo?




 
Conforme al Articulo 22 de nuestra Constitución Nacional, el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por la misma.

¿Es entonces nuestro pueblo proclive a una inmolación o suicidio más o menos colectivo?

La carencia o marcada intermitencia en la provisión pública de los servicios de nutrición, salud, educación, trabajo decente, vivienda digna, servicios públicos esenciales, seguridad y más, autorizan interrogante semejante socialmente compartido y compartible ¿o sí?

Nuestra frágil y falible democracia necesita sin demoras `ni distracciones´ más calidad y fortaleza institucional para recuperar e incrementar su capacidad de respuesta, su cultura de la satisfacción, su ética, la equidad y todo pero todo lo público, con transparencia, experticia, pertinacia y excelencia.

Para empoderar y reempoderar nuestra anhelada democracia debemos alejarle de todos y cada uno de los masomenismos que padecemos que tan mal parada han dejado a la misma en cuanto tal.

En efecto. Entre nosotros casi todo cuanto -como y cuando- se hace, se hace más o menos. No más.

Las escuelas dictan sus clases más o menos, los hospitales atienden más o menos, la idoneidad, los programas y los horarios se respetan más o menos, la legislatura y los tribunales funcionan más o menos, el transporte circula más o menos, el transito se controla más o menos, la seguridad es menos, los provisión y las tarifas de agua potable, de saneamiento, de energía eléctrica y tal pues ya son más por menos.

Entre tanto, así como `a tientas´, con una democracia extraviada en `sus ensayos´ y sin novedad ante este masomenismo disfuncional fenomenal, quien menos quien más ha caído en más o menos bronca colectiva fruto de tanta desorientación, desconcierto y perplejidad sin precedentes.

Ahora mismo y en vísperas electorales, el afán más notorio y presuroso de la mayoría de los precandidatos `autoexpectables´, lo vemos centrado (sin tapujos) en desacuerdos entre personas pero nada sabemos de programas, de estrategias de gestión, de mayores antecedentes, de consensos con garantía de razonabilidad y durabilidad. Al menos en este aspecto, la difusión pública no se priva de asimetrías y externalidades negativas por desinformación.

Lo cierto es que -por lo visto y conocido-, estamos atrapados en contratos sociales leoninos que hasta –inaudita y atónitamente- nos obligan a votar hasta cinco a más veces en nada de tiempo y bajo apercibimientos sancionatorios.

Hablando en criollo desde tristes y carísimas experiencias conocidas y padecidas, cuantas veces se nos compele a convalidar una y otra vez, cualquier desatino o desaguisado propio de este culebrón político vernáculo todo un bastardo propio de una institucionalidad que viene abdicando o fallando más que recurrente y frecuentemente con demasiada ciudadanía asqueada, estafada y con un ¡hasta cuando! a flor de labios.

Preconclusivamente, cuando el Estado abandona total o parcialmente sus funciones esenciales, cuando no cumple sus prestaciones y servicios intransferibles y, paradójicamente, nos viene exigiendo día a día más tasas, contribuciones, tributos, impuestos, retenciones, etc.,; ética y moralmente quién y como nos podrá en estricta y legitima justicia obligar a cumplir con nuestras contraprestaciones … “de nada”

Finalmente, el culto a la confrontación y al desencuentro alentado y financiado por intereses viles y espurios sectoriales - internos y externos- viene desprestigiando y truncando más que menos una democracia realista la que así, prescinde riesgosamente de auténticas políticas de estado, de gobernabilidad genuina, de saludables alternancias personales y republicanas puesto que, salvo excepciones para el bronce, desde 1983 los profesionales de la política por todos conocidos ha conformado una casta en el altar del `enroque´, del nepotismo y del enriquecimiento ilícito porque -paren un poco-mucho pueblo argentino no ha olvidado su capacidad patrimonial y estilo de vida del 83´ y la metamorfosis del contraste que explican y predicen exhibiciones y ostentaciones personales en la actualidad las que, esta vez, nos llevan a coincidir con la apabullada señora de los almuerzos: ¡así, no!

Roberto F. Bertoss es investigador y profesor universitario.

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