lunes, 28 de marzo de 2011

Argentina: Memoria para jóvenes estudiantes

Prof. Juan Carlos Sánchez (especial para ARGENPRESS.info)

Pocos docentes solemos asumir el desafío de promover la memoria histórica, como vacuna fundamental contra el olvido de un pasado tan trágico como el que se inició hace 35 años atrás. Nuestros estudiantes viven sumergidos en el saber construido en el ámbito familiar, con esa mochila de los relatos familiares que, con frecuencia, reiteran los estereotipos marcados a fuego por la dictadura militar.

A veces, pueden tener otra visión acerca de lo sucedido, de la mano de alguien que se animó a contarles ese horror que vivimos las y los argentinos. No siempre ocurre. En otras ocasiones, alcanzan a conocer una versión diluida que apenas reconoce las desapariciones y soslaya el resto de la tragedia vivida en nuestro país.
Pocas instituciones educativas se animan a explorar su pasado reciente. Al igual que en las fuerzas de seguridad, todavía quedan muchas y muchos de aquella época donde eran señalados docentes y estudiantes. Algunas y algunos se han jubilado. Pero las y los que están, de alguna forma, impiden el necesario proceso de memoria que debiera darse. También debemos reconocer que algunas de ellas pudieron hacerlo, pero las dificultades aún continúan como sucede con la falta de apertura de los archivos de la represión.
El desafío mayor que hoy tenemos en materia educativa es, precisamente, intentar la comprensión de una etapa histórica signada por el terror y la sangre de tantas y tantos compañeros. Muchas veces, las palabras no alcanzan para describir esa historia tan dramática y suele pasar que el desdén o el olvido sistemático promovido desde lo directivo, conspira contra ese propósito de dar cuenta del proceso político, económico y social iniciado el 24 de marzo de 1976.
Desde luego, la política educativa prefiere lo discursivo antes que la praxis concreta. El Ministro Bullrich ha expresado, en la inauguración del actual ciclo lectivo, que el objetivo es la de "formar buenos ciudadanos" y que espera que "la política no meta la cola en la educación", como también afirmó que "si la política se dedica a hacer política y deja que la educación siga funcionando para formar buenos ciudadanos, va a ser un ciclo lectivo bueno". Las contradicciones surgen solas.
Formar ciudadanos es permitirles que conozcan el pasado, la historia de nuestro país, desde la Revolución de Mayo a las atrocidades cometidas en la ESMA. No basta con que comprendan la Constitución Nacional. El ser ciudadano es un producto histórico. La ciudadanía de hoy no es la misma que la del siglo XIX.
El mismo Gustavo Cirigliano, en su obra "Educación y Política", afirmaba la ineludible relación entre lo político y lo educativo. Desde lo curricular a lo reglamentario, la impronta de la política educativa es notable y ello se evidencia en lo áulico.
Nuestros jóvenes, al igual que María Claudia Falcone o Claudio de Acha, nos demostraron su concepto de ciudadanía durante los conflictos por las deficiencias edilicias durante el año pasado. El Ministro de Educación adujo razones políticas para los reclamos estudiantiles, pero lo que no dijo son las razones por las cuales se subejecutó el presupuesto educativo de la Ciudad y esa es, sin dudas, una política, una decisión política...
Crear los anticuerpos sociales para evitar otra tragedia requiere de una formación donde se sume lo audiovisual con la experiencia directa. El video, el CD y la clásica salida educativa son los efectivos instrumentos para ese ejercicio de la memoria. Ahora bien, los dos primeros medios suelen ser accesibles pero si se habla de una visita a la ESMA, desde el Ministerio de Educación de la Ciudad responden que no hay micros para trasladar a docentes y estudiantes. Y ello también es una política...
Es decir, lo político mete la cola en lo educativo. Es coherente con el pensamiento ligado a la dictadura o a la teoría de los dos demonios que tanto le gusta al Ministro. Si la premisa es formar ciudadanos, nuestros jóvenes deberían poder realizar ese tipo de experiencias, además de contar con becas pagadas a término y viandas para aquellos que así lo necesiten. Y los docentes que nos comprometemos y nos animamos a dar cuenta de lo terrorífico, también necesitamos tener los medios para poder hacerlo.
Nada puede extrañarnos del actual Gobierno de la Ciudad, cuyo Jefe es admirador confeso del Brigadier Cacciatore, intendente de facto durante el gobierno del genocida Videla. Y fiel seguidor de la Iglesia cómplice, a quien suele transferir generosos subsidios para sus escuelas.
La memoria de nuestros estudiantes no puede estar sujeta a estos condicionamientos. Y la tarea docente por parte de quienes queremos dar cuenta, inclusive, de nuestras propias experiencias de vida tampoco puede estarlo.
A 35 años del inicio de la dictadura militar, que contó con una importante complicidad civil y eclesiástica, resulta imprescindible generar los espacios para la memoria destinada a nuestros estudiantes y docentes.
 

Y esperemos que, en el futuro, la política no meta la cola en la memoria...

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