miércoles, 15 de diciembre de 2010

Los nuevos pobres de la Argentina

La tragedia de Villa Soldati esconde un drama social dominado por el desempleo y la exclusión

La mayoría viene a la deriva: sin conocidos, trabajo, documentos ni un lugar para dormir.

Desde esas carencias esenciales, comienza la difícil vida de la nueva inmigración masiva de la Argentina, la que procede de Bolivia y Paraguay. Y aunque con el tiempo logran insertarse y alcanzar un grado mínimo de subsistencia -siempre mejor que el que tenían en su lugar de origen, según reconocen-, pasan a engrosar, salvo excepciones, las filas de quienes padecen las problemáticas más agudas de nuestro país: el trabajo precarizado o directamente la desocupación, la pobreza y a veces la exclusión social lisa y llana.

Ese drama subyace en la traumática situación que se vive por estas horas en un barrio porteño (Villa Soldati), donde el violento desalojo de un asentamiento produjo las muertes de un joven paraguayo de 24 años y una mujer boliviana de 28.

Las últimas cifras disponibles sobre inmigración son las del censo del 2001, que registró a 233.500 bolivianos y 325.000 paraguayos, quienes sumaban más del 60% de los 923 mil extranjeros que en total habitaban el país. Pero desde entonces el crecimiento de esas dos corrientes migratorias ha sido explosivo.

Se estima que en la actualidad 2,5 millones de bolivianos viven en el extranjero, de los cuales el 73% (más de un millón y medio) reside en la Argentina, en lo que constituye una emigración gigantesca si se tiene en cuenta que Bolivia tiene sólo 9 millones de habitantes.

La colectividad boliviana en Argentina ha superado así a la paraguaya, que supo ser en la segunda mitad del siglo XX la más numerosa en nuestro país. De cualquier modo, la paraguaya sigue siendo una de las colonias más grandes de la Argentina: residen actualmente aquí unas 500 mil personas nacidas en tierras guaraníes y entre un millón y medio y dos millones de descendientes de paraguayos.

SIN DOCUMENTOS NI TECHO

Se trata, con todo, de cifras relativas, surgidas de estimaciones de los consulados. Ocurre que la indocumentación y las dificultades para obtener la residencia constituyen uno de los graves problemas que afrontan bolivianos y paraguayos en la Argentina, al punto de que fuentes diplomáticas de sus respectivos países admiten que la situación de migración ilegal en nuestro país es "muy elevada" y que ésta resulta "inmedible".

Con la situación económica-social de sus lugares de origen como causa excluyente de la decisión de buscar trabajo en la Argentina, las familias bolivianas y paraguayas llegadas en los últimos años se radicaron mayoritariamente en los grandes centros urbanos, con preferencia en la capital federal y el Conurbano bonaerense.

Sin recursos y con dificultades iniciales para encontrar trabajo, la vivienda constituye para estos emigrantes el aspecto más dramático de su radicación. Una mayoría termina así instalándose en villas de emergencia o protagonizando ocupaciones de tierras y nuevos asentamientos precarios.

Desde esa modalidad, los bolivianos tienden a formar "barrios propios" instalados en su mayoría en zonas precarizadas de los barrios porteños de Flores, Villa Soldati, Villa Lugano y Pompeya y de los distritos de La Matanza, Morón, Tres de Febrero y Escobar. Los paraguayos, en cambio, tienden menos a formar colonias, aunque se han concentrado en buena medida en La Matanza, donde viven unos 100 mil.

TRABAJO ESCLAVO Y EXCEPCIONES

En La Plata, en tanto, se ha asentado una numerosa colectividad boliviana en el área rural, donde hoy constituyen mayoría entre los productores frutihortícolas, y ha crecido la cantidad de ciudadanos de ese origen que ha accedido a instalar verdulerías en el centro de la Ciudad, en algunos casos adquiriendo incluso los inmuebles, altamente valuados, en que funcionan esos comercios. Sin embargo, una minoría es propietaria de las quintas, mientras que la mayoría de las familias son contratadas por esos mismos dueños de los predios para trabajar en condiciones de vida menos que elementales y en una situación virtual de explotación que incluye varias horas diarias de trabajo de los niños y adolescentes.

Mientras iba creciendo el empleo de familias bolivianas también en quintas del segundo cordón del Conurbano -en las condiciones ya señaladas-, parte de quienes se radicaron en asentamientos urbanos en estos años terminaron, en situación de virtual trabajo esclavo, en talleres textiles clandestinos, en general también regenteados por inmigrantes de países vecinos; una "modalidad" de empleo que ha sido fuertemente combatida en los últimos tiempos por las autoridades argentinas.

También es importante la cantidad de bolivianos empleados en la construcción y muchas mujeres desarrollan aún un "comercio" tradicional de esa colectividad: la venta ambulante de pequeñas cantidades de alimentos (ajos, ajíes, limones).

En la colectividad paraguaya, por su lado, los hombres se desempeñan mayoritariamente en la construcción y las mujeres en el servicio doméstico.

SIN COBERTURA SOCIAL

En suma, estadísticas recientes indican que sólo el 25% de los inmigrantes bolivianos y paraguayos tiene trabajo formal. El resto sobrevive entre empleos temporarios en negro con salarios bajos y etapas de desocupación.

Y de esta situación, combinada con la condición de indocumentados en que permanecen muchos, derivan otros dos graves problemas de estas comunidades: la falta de cobertura médico-social, que los deja con el hospital público como único recurso; y las dificultades para acceder a los planes sociales. Para acceder a la Asignación Universal por Hijo, por caso, los extranjeros deben tener por lo menos tres años de residencia "comprobable" (documentada) en el país.

RACISMO

Un alto porcentaje de inmigrantes bolivianos dice sufrir discriminación en el trabajo y la escuela por razones étnicas. Sin embargo, hay muy pocas denuncias, porque los agraviados temen perder el empleo y no poder insertarse.

Fuente: http://www.eldia.com.ar/edis/20101209/elpais24.htm

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